El proyecto es lo importante
Daniel Badillo
Ante la presencia en el espectro electoral de actores, comediantes, deportistas y más, lo que ha generado críticas en espacios de opinión bajo el argumento de que ello «banaliza» la actividad política, pues muchas y muchos de quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular jamás han estado en el servicio público, ni propiamente en la política, valdría la pena tener presente la sabia consideración de don Jesús Reyes Heroles de que primero es el proyecto y después el hombre, y remitirnos también a lo previsto en el artículo 5 constitucional que establece: «A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos. El ejercicio de esta libertad sólo podrá vedarse por determinación judicial, cuando se ataquen los derechos de tercero, o por resolución gubernativa, dictada en términos que marque la ley, cuando se ofendan los derechos de la sociedad». En otras palabras: ¿cuál es el problema de que un comediante o un deportista aspiren, legítimamente, a representar a la sociedad, si al final de cuentas lo importante es el proyecto de gobierno que sometan a consideración de los electores, quienes –con su voto- decidirán si son merecedores o no de representar el interés social?
Se ha dicho, incluso, que al postularlos, tanto partidos como órganos electorales, adolecen de seriedad. Aquí cabría señalar, ¿acaso tener una «carrera» política o de gobierno, es garantía absoluta para que quienes sirven a los demás hagan las cosas correctamente y de manera honesta? ¿Cuántos y tantos casos no conocemos de políticos y servidores públicos verdaderamente nefastos que han llevado a sus pueblos al fracaso y a la ruina, a pesar de sus títulos profesionales y de su «sólida» formación política? Insisto en algo que he señalado reiteradamente en este espacio: el voto ciudadano es el antídoto para combatir la corrupción, la ineficacia y el desgano con que muchas veces los responsables de servir al pueblo hacen su labor. Se sabe, por ejemplo, que en los próximos comicios para renovar la cámara federal de Diputados, está prevista una abstención superior al 60 por ciento, lo que es imperdonable; sin embargo, mucho de ello se debe, precisamente, al desencanto de la sociedad hacia la mal llamada «clase» política, pues por todos es sabido que muchas y muchos de quienes se dedican a la actividad gubernamental carecen de valores, de ética profesional y lo que es peor, de vergüenza ante consumados actos de corrupción que les acreditan.
Por eso, repito: usted amable lector tiene en su voto el poder para cambiar las cosas. No votar es tanto como tolerar un asalto en despoblado, pues se deja la decisión en manos de terceros quienes aprovechando el nivel de abstención, se sirven con la cuchara grande. Actores, comediantes, deportistas y más tienen tanto o más derecho de representar a la sociedad, que aquellos que han demostrado –con creces- que sólo utilizan los encargos públicos para enriquecerse e incrementar su patrimonio personal, porque ven la actividad política como un «negocio» lucrativo que les rinde dividendos. Además, allí están las candidaturas ciudadanas o independientes que son un espacio para que la sociedad postule, por sí misma, a mujeres y hombres con virtudes públicas que den prestigio a la actividad política. Reitero: la decisión final recae en el elector, en el ciudadano que acude a la urna, que se informa sobre el pasado y presente de los candidatos y que razona el sentido del sufragio a partir del proyecto, de la propuesta de gobierno y de la hoja de servicios de quienes desean representarlo. En el fondo, quienes desestiman a priori la presencia de personajes como los que se mencionan al inicio de estas líneas, demuestran una intolerancia atroz que no debe permitirse.
POSDATA:
Recorrer la galería de Enrique Gregorio «Zoza» en mi precioso Coatepec, es admirar el talento y la obra sublime, multifacética y etérea de un hombre extraordinario que hizo del pincel una extensión del alma y de su mirada introspectiva. Agradezco las atenciones de Juanita Rebolledo y Juan Pablo Sosa, por permitirme admirar una vez más, con plena quietud y paz, cada cuadro y cada rincón de esta galería ubicada en el Centro Histórico de la ciudad, donde se aprecia en todo su esplendor y grandilocuencia la actividad creativa de un ser que trascendió fronteras y mundos con la pintura y el arte.