¿El que se lleva se aguanta, abusivo?
¿El que se lleva se aguanta, abusivo?
Por Edgar Hernández*
¡Cuitláhuac García, un blandengue incapaz de
una disculpa pública!
¿Don
“Bola 8” por qué no se regresa a su tierra que no es Veracruz?, es la pregunta
que se hace la opinión pública, sus políticos, los partidos, los legisladores
-morenos incluidos- los presidentes municipales y la burocracia alta, media y
baja -excepción de sus novias-.
La
prensa veracruzana, a no dudar, también todos los días se pregunta en qué
momento se fueron a la cantina con Eric Cisneros Burgos -el “Bola 8” de los
billares- para quedar en que “quien se ríe se lleva” o en “el que se lleva se
aguanta”.
¿Dónde
quedó la alta política que siempre presumió Veracruz?
Dónde
ese juego de poder que permitió el ejercicio de poder de hombres fuertes, que
brillaran, como fueron los casos de Manuel Carbonell, Dante Delgado o Miguel Ángel
Yunes, su frontera de influencia nunca rebasó al gobernador.
Cuitláhuac
García Jiménez, quien nunca brilló en nada, ahora suma a su récord curricular
ser el mandadero de Eric, quien para demostrar públicamente quien manda lo
manda a pintar guarniciones, paredes de chozas y chapear jardines o insulta,
cada vez que se le da su pinche gana, o
insultar a los periodistas sin que el
gobernador llame al orden o a nombre de su gobierno se excuse.
Hoy,
a no dudar, el señor gobernador de Veracruz es “Bola 8”, el mismo que se cree dueño
de vidas y hacienda. El que roba sin que nadie chiste. El que extorsiona a
alcaldes sin que pase nada.
El
es dueño de las plazas burocráticas de alto nivel y mano en todos los
nombramientos, sobre todo si caen en mujeres ya que tiene un harem de bellas
jarochas mareadas de poder.
Hoy,
el enemigo público número uno de Veracruz es el bajacaliforniano Eric Cisneros,
quien en mala hora llegó a Veracruz recomendado por otra no veracruzana, Rocío
Nahle, a quien -como buen malandro terminó traicionando.
Esa
es su condición.
Y
ese fue el pretexto para amenazar a la Directora Ejecutiva y propietaria de “El
Dictamen”, el diario más antiguo de México con más de un siglo de publicar
todos los días, Bertha Ahued Malpica, amiga personal de la esposa del
Presidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez Muller.
El enojo
del prepotente funcionario sale de una nota que no le gustó -como nada que hace
la prensa crítica- en donde en la columna de opinión “Veredicto”, escrita bajo
el seudónimo de “Don Justo”, da cuenta que “todo mundo sabe que el Secretario
de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, traicionó a quien le dio el poder que nunca
pensó tener en su vida”, en alusión directa a Rocío Nahle a quien “ni le
contesta el teléfono” justificando que “mi jefe político es Cuitláhuac”.
El otro
dardo que muy seguramente le dolió fue que “Bola 8, finge estar peleado con los
Yunes pero en realidad tiene alianza con ellos”.
Ello
motivó la ira del reyecito. Dio lugar a la evocación de cantina de que “el que
se lleva se aguanta”.
Aquí,
sin embargo, obliga la pregunta:
¿Es
que la prensa y sus periodistas alguna vez nos hemos llevado con ese
pelafustán?
Más
aún.
¿No quedó
establecido desde el México independiente que la relación prensa-estado es
institucional -y en algunos casos comercial- pero siempre en un marco de
respeto a la libre expresión de las ideas?
Nunca
le enseñaron a este lerdo que la libertad de prensa de toda sociedad organizada
-no comunista como la que está construyendo Andrés Manuel López Obrador- ha
sido motivo de lucha y costado cientos de miles de vida.
¿Qué
no vivimos en una entidad que se gobierna por leyes y bajo el legado del
movimiento independentista y otro más, el de la Revolución?
Hoy
no queda la menor duda que este individuo perdió la razón convencido de que,
como dice el columnista del Dictamen, “en diciembre el Bola 8 asumirá como
gobernador interino”.
Pero
además en todo este nuevo escándalo el sacrificado, otra vez, el de los
pastelazos y hazmerreir de la ciudadanía, es el gobernador Cuitláhuac García,
quien ante la crisis baja la cabeza y guarda silencio.
En
otras circunstancias, con otro carácter y asumiendo a cabalidad tan importante
papel de primer mandatario de 8 millones 200 mil veracruzanos, ya hubiera
obligado al “Bola 8” a presentarse al diario y presentar una disculpa.
En
otras circunstancias y sin dejarse mangonear ya hubiera mandado de regreso a
Baja California a este desagradable personaje tras un cese fulminante.
Que
pena nos das Bola 8… y más aún:
¡Que
penas nos das Cuitláhuac!
Tiempo
al tiempo.
*Premio
Nacional de Periodismo