EL REINO DE DIOS ES JUSTICIA, PAZ Y GOZO EN EL ESPÍRITU
EL REINO DE DIOS ES JUSTICIA, PAZ Y GOZO EN EL ESPÍRITU
Pbro. Juan Beristain de los Santos
La disposición para hacer el bien a los demás es un valor
importantísimo en nuestra sociedad. Hay mucha gente que hace muchas cosas
buenas, procura honestamente beneficiar a los demás; sin embargo, en el
evangelio de San Marcos se descubre que no es suficiente con procurar el bien a
los demás (“Ser pescador de hombres”,
Mc 1,17). También son necesarios la
convicción y el compromiso por cambiar las estructuras, es decir, transformar profundamente nuestra manera de pensar y
de organizarnos (“Dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se
fueron con Jesús”, Mc 1, 18). Por eso,
a la necesidad de hacer el bien se debe agregar la urgencia de crear nuevas
mentalidades y mejores maneras de organizar nuestra vida para que haya
justicia, paz y vida digna para todos los mexicanos y veracruzanos.
San Marcos al
señalar el nuevo oficio de aquellos
discípulos como “pescadores de hombres”, pretende indicar un nuevo encargo a favor de la vida, relacionado con la capacidad de congregar a los que
más se pueda en torno a Jesús para hacerles el bien, para ayudarlos a crecer, a
madurar integralmente. Esta tarea únicamente se puede realizar si se abandonan
viejas estructuras (mentales o físicas) que obstaculizan o destruyen la
fraternidad, la justicia y la paz. Esta es la razón por la que el evangelista
indica que ambos discípulos tienen que abandonar a su padre con su organización
(sus trabajadores) para aclarar que el patriarcalismo, ese sistema donde sólo
una persona es la que sabe y la que lo puede todo, donde uno es el líder y
todos los demás son los alumnos pasivos, debe terminar.
Este patriarcalismo imperante como manera de pensar y de
organizarse imposibilita la fraternidad, rompe con la dignidad de la persona y
atenta contra la Buena Nueva del Reino. Por eso el evangelista Marcos concluye
diciendo que “se fueron con Jesús”, “lo siguieron”, como para indicar que es con Jesús y con su proyecto del
Reino desde donde es posible la verdadera transformación a la que aspira todo
persona por el hecho de existir. La única transformación inicia en Cristo que
rescata al hombre desde las profundidades del egoísmo y del pecado y se
consolida la participación de y para todos.