El silencio académico y el miedo

El silencio académico y el miedo
Por Aurelio
Contreras Moreno
La persecución del
gobierno de la autoproclamada “cuarta transformación” en contra de una
treintena de investigadores, además de reflejar las animosidades y venganzas
personales del fiscal Alejandro Gertz y de la directora del Conacyt María Elena
Álvarez Buylla, lleva consigo otra consigna: amedrentar al sector académico
para que acepte sin chistar decisiones como las reducciones de recursos que se
pretenden para las instituciones y programas de educación superior.
El año pasado y a
pesar de la pandemia, la movilización y críticas del sector académico a la
desaparición de los fideicomisos con los que se financiaban diversas
actividades de investigación y desarrollo científico y tecnológico en el país
desgastó notablemente al gobierno lopezobradorista, cuyo desdén por estos
rubros quedó evidenciado frente a su obsesión por mantener el derroche en sus
programas clientelares y sus megaobras anacrónicas y/o ecocidas.
La estrategia de
acusar de “corrupción” en la operación de dichos fideicomisos nunca convenció
más que a la “feligresía” lopezobradorista, que da por buena cualquier cosa que
salga del “púlpito” de palacio nacional. Lo cierto es que tal “corrupción” no
solo nunca fue comprobada, sino que ni siquiera intentaron hacerlo.
Así que lanzar una
acusación desproporcionada, abusiva y mal intencionada como la de imputar
delitos como los de delincuencia organizada, cuyas penas alcanzan hasta los 40
años de prisión, sí que podría “acalambrar” a un sector que, paradojas de la
vida y la política, apoyó en muy buena medida la llegada de un gobierno que
prometió la “transformación” de la vida pública nacional y una honestidad a
toda prueba, y que ha acabado reducido a un ser símil de la peor versión del
PRI más arcaico y autoritario.
Pero el dardo está
lanzado y supura ponzoña. Muchos académicos han preferido moderar sus críticas
al gobierno por temor a sufrir represalias en sus claustros o a ser vetados
para cualquier tipo de apoyo en su trabajo docente y de investigación. Como
todos los regímenes autoritarios, el de la “4t” se apoya en el miedo para
imponer sus decisiones.
Decisiones como la
que vino a adelantar a Veracruz la directora general de Educación Superior
Universitaria de la Secretaría de Educación Pública, Enedina Rodríguez Armenta,
quien durante la asamblea de la Confederación Nacional de Trabajadores
Universitarios celebrada este martes en Boca del Río replicó el discurso de la
supuesta “austeridad republicana” y repitió cantaletas como la crítica al uso
de camionetas de lujo por parte de autoridades universitarias y sindicales. Del
mismo modelo, por cierto, que las que usan desde el presidente López Obrador
hasta los altos funcionarios de gobiernos como el de Veracruz para
transportarse. Los tsurus quedaron en el pasado.
El mensaje es
claro: las instituciones de educación superior son las que deben “apretarse el
cinturón” y gastar menos. Porque por lo que toca al gobierno, el derroche va a
continuar, así se sequen las arcas nacionales.
Y a quien critique
al régimen y sus políticas, ya sabe cómo le va a ir. O les cae encima la
Fiscalía General de la República, o les echan a andar a los legisladores –que
son quienes aprobarán el presupuesto para la educación superior- o incluso,
serán objeto de campañas mediáticas de desprestigio a través de los “aliados”
de la “4t”.
Como TV Azteca, que
la noche de este mismo martes se lanzó en su noticiero estelar a golpear a la
UNAM, la UAM y el Politécnico –que la semana pasada manifestaron su solidaridad
con los académicos perseguidos- con un libelo televisivo, acusando a estas
instituciones de “afectar la competitividad de cientos
de miles de estudiantes” porque “no han querido regresar a clases presenciales”,
y afirmando que “no han estado a la altura de la circunstancias”.
O como diría un
clásico: cooperas o cuello.
Tibio, tibio
Finalmente el
rector de la Universidad Veracruzana, Martín Aguilar Sánchez, dijo algo sobre
la persecución judicial de sus pares académicos. Aunque más bien obligado por
los reporteros que lo encontraron en un acto público que por verdadera convicción.
Y así se notó en su
respuesta. Tibio, Aguilar Sánchez se cuidó de expresar solidaridad –no le vayan
a sacar una nota en TV Azteca- y se limitó a señalar una obviedad: que primero
hay que concluir una investigación para señalar culpables.
“Brillante”, ¿no?
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