El SNI y el botín de la ciencia
El SNI y el botín de la ciencia
Por Aurelio Contreras Moreno
Desde que asumió el poder, el régimen de la
autoproclamada “cuarta transformación” tomó distancia del conocimiento
científico y del sector académico en el que, paradójicamente, contó y aún
cuenta con un amplio apoyo a pesar del sistemático maltrato que le ha propinado
en sus ya casi tres años de gobierno.
Más identificado y cómodo con los dogmas que
con la evidencia y los datos duros, el gobierno lopezobradorista emprendió una
especie de “cruzada” contra lo que, en boca de la directora del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de la “4t”, María Elena Álvarez
Buylla, llamaron la “ciencia neoliberal”.
Para lo cual, ocuparon el consabido discurso
paternalista y populista que exalta por sobre todo las tradiciones –lo que de
suyo no está mal, salvo cuando el objetivo es la manipulación sentimentaloide- y
denuesta la “modernidad”, porque el “pueblo” está muy “a gusto” viviendo como
en el siglo XIX.
Pero más allá del mero discurso demagógico, la
embestida contra el sector del conocimiento y la tecnología se aplicó con
fuerza en el terreno de los recursos financieros. Mucho se habló todo el año
pasado del monumental despropósito que implicó la desaparición de los
fideicomisos que sostenían una gran cantidad de proyectos de investigación
científica y que el gobierno juró que seguirían recibiendo presupuesto para
continuar.
Como resultaba obvio desde entonces, aquello
fue un engaño y el dinero se usó para financiar las megainútiles obras insignia
del gobierno lopezobradorista, los programas sociales clientelares –que ésos
sí, ¡qué buenos dividendos les dejaron en las pasadas elecciones!- y hasta en
la compra de una refinería vieja y endeudada en Estados Unidos que, por cierto,
volvió más infecundo todavía el derroche en Dos Bocas, cuya obra no estará
lista en el plazo que fantasiosamente le impuso el gobierno a los contratistas.
Pero los programas y proyectos de ciencia, se quedaron al garete.
La natural resistencia que una buena parte del
sector académico y científico comenzó a demostrar hacia los disparates del
oficialismo provocó una reacción digna de un régimen intolerante como éste:
reformas para establecer un control más rígido sobre lo que para el gobierno
son las áreas del conocimiento que se deben desarrollar, reducción drástica de
presupuestos, cancelación de becas, estigmatización de la preparación en el
extranjero y la satanización de la investigación realizada desde las
instituciones privadas de educación superior, bajo el estereotipo –falso,
manipulador, discriminador- de que en las escuelas particulares los académicos
ganan “muy bien” y no necesitan más.
Tal fue el argumento –pretexto, en realidad-
para que el Conacyt –convertido en la expresión de los complejos y prejuicios
personales de su titular- decidiera retirar los estímulos económicos a mil 632
académicos integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que
trabajan en universidades e instituciones particulares. Sin atender ni tomar en
cuenta su productividad, que siempre está bajo rigurosa revisión. Simplemente,
a volar por “fifís”.
En cambio, personajes ligados al régimen cuyos
merecimientos van desde lo cuestionable a lo inexistente fueron acogidos por el
Conacyt para integrar la “casta dorada” académica del país. Incluso a niveles
grotescos, como el del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero.
El pasado 19 de abril, una Comisión Especial
Dictaminadora creada ex profeso para analizar el caso de Gertz, encabezada por
Ernesto Villanueva Villanueva, resolvió que el también ex secretario foxista de
Seguridad Pública cubre los requisitos para ingresar al SNI, dado que “cuenta
con 5 libros como autor único, 2 capítulos de libros y 6 artículos científicos
(sic)”.
Sin embargo, desde el año 2010 Gertz Manero –en
ese entonces rector de la Universidad de las Américas de la Ciudad de México-
intentó ingresar al Sistema Nacional de Investigadores sin éxito, pues el
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología –que se manejaba con parámetros,
digamos, verdaderamente científicos- consideró en ese momento que tenía una
“insuficiente producción científica” y que “no demostró una productividad
para la generación y transmisión de nuevos conocimientos”.
Gertz llevó el caso a los tribunales pero el
Conacyt lo rechazó en otras cuatro ocasiones. Hasta que este año, en el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador –del que forma parte como titular de un
organismo “autónomo” en el papel-, fue aceptado por dicha Comisión Especial
Dictaminadora, que consideró que se emitieron resoluciones recurrentes “con
amplio margen de discrecionalidad” y que su expediente “fue objeto de una
revisión a la luz de las personales apreciaciones subjetivas de los integrantes
de las comisiones dictaminadoras o revisoras”.
Una investigación de Animal Político reveló que
en el expediente de Alejandro Gertz consta que entre la documentación que
presentó para solicitar su ingreso al SNI incluyó los artículos que publicaba
en periódicos. “El solicitante no realiza habitual y sistemáticamente
actividades de investigación. Su obra no puede considerarse de investigación
pues no corresponde a la creación de conocimiento nuevo, no tiene metodología ni
aparato crítico, sino que solamente constituye la opinión del autor”, sentenció
en su resolutivo del 7 de mayo de 2015 el Consejo de Aprobación del Sistema
Nacional de Investigadores.
Hoy, una comisión cuya legalidad está también en
tela de juicio no solo le abrió al hoy fiscal –cuyo desempeño en ese cargo
también deja mucho que desear- las puertas del SNI, sino que le concedió, de
golpe y porrazo, el nivel III, el más alto del escalafón. Y por si fuera poco,
podrá cobrar doble, como investigador y como funcionario público, pues con las
reformas al reglamento del Sistema no existe impedimento alguno para hacerlo.
¡Qué chingón que con la “4t” se “acabó” la
corrupción y el influyentismo!, ¿no?
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Twitter: @yeyocontreras