EL SUCIO LUCRO DE AYOTZINAPA
EL SUCIO LUCRO DE AYOTZINAPA
Por Aurelio Contreras Moreno
El tema que acaparó la agenda de la opinión
pública este fin de semana fue el de las revelaciones que la periodista Peniley
Ramírez hizo sobre la investigación de la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa.
En su columna publicada en el diario Reforma el
sábado pasado, la periodista refirió el Informe de la Presidencia de la
Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, al cual
tuvo acceso en una versión sin testar, esto es, sin censura, a diferencia de la
que hizo pública la Subsecretaría de Derechos Humanos de Gobernación, tachada casi
en su totalidad.
En su texto, Peniley Ramírez señala que el
informe establece que “casi todos
los 43 normalistas que desaparecieron el 26 de septiembre de 2014 fueron
asesinados, descuartizados y enterrados esa misma noche”, lo cual era lo más
obvio, luego de ocho años sin rastro de ellos y a sabiendas de la forma salvaje
en que operan las bandas del crimen organizado.
Peniley Ramírez además publicó en Twitter
fragmentos del informe con las conversaciones entre exfuncionarios, militares e
integrantes del crimen organizado, en las que detallan muy claramente el destino de los 43 estudiantes. Y particularmente, esos
mensajes demuestran que miembros del Ejército mantuvieron con
vida a seis de los normalistas hasta el 30 de septiembre de 2014, para luego
asesinarlos y desaparecer sus cuerpos.
“Más de un mes
después de los asesinatos, el 3 de noviembre de 2014, más mensajes siguen
haciendo referencia al encubrimiento. Cuerpos que han movido de lugar, que los
han reubicado para que no encuentren los restos. Los mensajes insinúan que
varios de los cuerpos fueron movidos al interior del Campo Militar del 27 Batallón de Infantería,
en Iguala, pues ‘allí no entraba nadie”, señaló la periodista en su hilo de
Twitter.
Esto provocó una furibunda reacción del régimen
en contra de la periodista, que fue linchada en redes por voceros,
pseudoacadémicos y textoservidores de la “4t”, que cuestionaron su ética por
hacer público un informe oficial del Estado mexicano, bajo el argumento de que
“revictimizó” a los estudiantes desaparecidos al publicar cómo habían sido
asesinados.
Todos los días y desde hace por lo menos 16
años, en México se informa sobre la violencia de los grupos criminales –que ni
la política de “abrazos, no balazos” ni la presencia de los militares en tareas
de seguridad pública han logrado contener en absoluto-, y se reporta sin
ambages la brutalidad de sus métodos: las ejecuciones masivas, los
descuartizamientos, los cuerpos colgados en puentes o embolsados y abandonados
en la vía pública.
¿Sería preferible que no nos enteráramos de
nada de eso? Sin duda, eso hubiesen querido las autoridades del pasado y por
supuesto, eso desean las del presente, porque es un reflejo nítido de su
fracaso.
Los paleros y
sicarios digitales de la “4t” también arguyen que la publicación pone en riesgo
investigaciones en curso. Lo cual es absurdo, porque el informe no está
clasificado como confidencial ni sometido a reserva. Estaba censurado, ya vimos,
por otro tipo de intereses, pero esencialmente es público.
Lo que hizo Peniley Ramírez –periodista
egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad
Veracruzana, por cierto- fue simplemente cumplir con su trabajo. Gracias a su
oficio y a su notoriedad, consiguió un documento de gran valor periodístico y
de enorme interés público y con éste, hizo lo que cualquier reportero habría
hecho: publicarlo. Y si bien su contenido es tremendo, es la realidad de este
país desde hace años, la que no desaparece con cerrar los ojos.
Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha establecido que el principio de máxima publicidad debe aplicarse en
lo relativo a investigaciones sobre delitos de lesa humanidad y violaciones a
los derechos humanos y genocidios. Es el caso, sin asomo de duda. Entonces,
¿por qué la furia por las revelaciones?
El régimen ataca feroz a Peniley Ramírez porque
exhibió sus mentiras. En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador –y en el de
Enrique Peña Nieto también- siempre supieron que los 43 fueron brutalmente
asesinados. Pero eso no les habría servido para lucrar con la “esperanza” de
encontrarlos, bandera con la que prácticamente logró arribar al poder la “4t”.
Y por si no bastase, quedó más claro que nunca que el Ejército, al que le han
cedido todo el poder y quieren que eso se eternice, fue responsable directo en
el crimen.
Lo que convenientemente callan los “cuatreros”
es que la filtración del documento provino desde dentro del propio gobierno, ya
sea la Secretaría de Gobernación o la Fiscalía General de la República. Y como
lo indicó puntualmente el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez
(Centro Prodh), “ante las filtraciones debe indagarse a las autoridades que
actuando con irresponsabilidad generan confusión y dolor, no a la prensa”.
Pero para la “4t”, siempre es preferible matar
al mensajero. Máxime, si desnudó su sucio lucro político de ocho años con el
tema de Ayotzinapa.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras