EL ÚLTIMO CHARRO
EL ÚLTIMO CHARRO
Las personas que actualmente superan los
setenta años, es posible que recuerden aquel singular personaje vestido de
charro, se le veía sentado en una silla en la banqueta de la cantina Estrella
de Oro, también lo hacía en la calle de Zamora, en la carnicería de don Roberto
Méndez, sino mal recuerdo.
El charro se llamó, José Bernardo Sebastián
Jácome González. Atentó observando el paisaje cotidiano, pero, en realidad, él
mismo formaba parte de este nostálgico y sosegado paisaje en la calle Galeana
de aquel ayer, cuando todos los ciudadanos se conocían. A los niños les llamaba
la atención, más que el traje de charro, el guante de cuero que cubría su mano derecha,
no faltó quién se detuviera e intentara rozarle el guante, la curiosidad es
grande y mucho más a esa temprana edad. Fumaba su cigarrillo y su presencia
parecía acercar los hombres de la revolución, pues su personalidad era sumamente
llamativa. Lo cierto es que don José Bernardo era muy aficionado a la
charrería. Por esa razón vestía siempre de charro, una forma de rendir culto a las
destrezas y habilidades ecuestres y vaqueras que se han practicado en el
territorio mexicano.
Don José Bernardo Sebastián Jácome González, cuentan
que se lesionó un dedo de la mano derecha al introducirlo en un alambique, su
médico cometió el grave error de amputar la mano completa al verse limitado
para curarlo, lamentablemente la ciencia de esa época no estaba muy adelantada
en estos fatales accidentes. Cruzando el umbral de la iglesia de san Sebastián
en la Orduña quedó su mano sepultada. La prótesis fue diseñada en la ciudad de
México, según cuentan abarcaba todo el brazo y era de fierro; al estirar el
brazo la mano abría por completo, pero al recogerlo la mano adoptaba la forma
de un puño, esto confirma la necesidad de usar un guante de cuero para cubrir
el remplazo. Este personaje del pueblo vivía en la calle Galeana esquina con
Terán, años después cambió su domicilio al barrio de Cristóbal Colón. Fue esa
época en la que florecía el café, la naranja, el plátano y los caballos. Fiel
testigo del piojito ¿cuántas historias de ese ayer conoció?
Su esposa fue la señora Esperanza Hernández
Valerio, con ella procrearon diez hijos: Hermila Glafira; José Ramón Andrés;
Luis Inés; María Ignacia de la Cruz; José Matías Toribio; Matilde Austreberta;
Francisco; José Bernardo y Víctor Manuel.
Don José Bernardo Sebastián Jácome González,
nació el 29 de enero de 1878 durante la paz porfiriana en Coatepec, Veracruz, fue
bautizado al día siguiente 30 de enero. Después de vivir 95 años de edad, en
que fue mirando como se iba transformando el pueblo, mientras él sembraba sus
huellas a través de sus acciones cotidianas, dejó de existir. casi un siglo de
experiencias lo acompañaron al más allá, toda una historia que contar a lo
largo de su vida, descanse en paz el último charro de Coatepec.
Agradezco valiosos datos a su bisnieto Armando
Jácome Cano para la elaboración de este breve relato.
rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx