Elecciones críticas
Entre Columnas
Elecciones críticas
Martín Quitano Martínez
twitter: @mquim1962
La vida es muy peligrosa.
No por las personas que hacen el mal,
sino por las que se sientan a ver lo que pasa.
Albert Einstein
En pleno inicio del ejercicio
electoral y en medio de la pandemia, los partidos políticos y las candidaturas
independientes que se presentan a la contienda definen estrategias, alianzas y
candidatos, prácticamente todos los partidos políticos mantienen disputas
internas, discusiones ácidas, evidenciando rupturas y desacuerdos ante
procedimientos y nominaciones a veces difíciles de comprender, con crisis que
se manifiestan a través de señalamientos que no ayudan a resolver, sino en
muchas ocasiones avivan la profundización de las diferencias.
En mayor o menor magnitud, lo
que se advierte de las declaraciones y discusiones públicas de la vida interna
partidaria, es la ausencia de liderazgos institucionales y de una verdadera
vida orgánica donde se diriman las naturales opiniones diferentes, los enfoques
distintos, las preferencias o postulaciones de los grupos que existen en su
interior. Prácticas que debieran ser comunes y capaces de procesar
democráticamente en sus diferencias.
Esas debilidades estructurales
de los partidos, de todos los partidos, no abonan a la vida democrática a la
que aspiramos, sino que, por el contrario, generan la oportunidad de robustecer
las posiciones infranqueables que reducen el debate de las ideas, a conflictos
de facciones intolerantes y de poco o nulo compromiso democrático. Es el ruido
electoral de los desacuerdos, de las descalificaciones, no el de las ideas y
las propuestas, el que permite contrastar distintos proyectos. No, lo que existe
es un ambiente de oídos sordos, donde gana terreno la cerrazón.
En ambientes hostiles se juega
el futuro de nuestra participación democrática del 6 de junio; ambientes
cargados de incapacidad para cumplir la obligación de construir propuestas, de
respetar las diferencias, de fortalecer el civismo y ratificar el valor
fundamental de cuidar, pese a todo, nuestra frágil democracia.
Seguiré insistiendo en la
necesaria y urgente mesura que debe alentar nuestra participación. No se trata
de claudicar en la confronta de ideas desde distintos enfoques, en la crítica
constructiva, pues eso es también un imperativo de la democracia. Se trata de
ayudar entre todos a sostener el nivel del debate, en lugar de envilecerlo.
Exijamos que los candidatos de
todos los partidos o los independientes, se comporten a la altura de nuestros
grandes problemas, que no generen un debate excluyente u ofensivo, sino que
presenten sus distintas ideas con razones y argumentos. Que aún con las
emociones que provoca la contienda en los procesos electorales, no aparezcan como
centrales las alusiones personales de descalificación.
Para todos los candidatos de partidos
políticos o independientes, el reto estará en marcar la diferencia en tonos y
actos respecto de la búsqueda de votos, mostrando capacidad y claridad sobre lo
que se pretende lograr respecto de los encargos que se postulan, empezando por
los perfiles que presentan las fuerzas políticas y si éstos llevan el respaldo
de algo más que las siglas, los recursos financieros o los intereses de grupo.
Debemos insistir en erradicar las
formas que han dado pauta a la mala fama y el desprecio sobre la política y los
políticos. Penoso será observar que, lejos de mejorar y transformar los malos
comportamientos, se ha profundizado el deterioro de las formas y conductas del
ejercicio político.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La posición de la
intransigencia: “No se cambia ni una coma”.