En México, ¿Se Venden las Elecciones?
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Por Armando Antonio Rangel González
Decir que no se venden las elecciones en nuestro país, sería tanto como querer “tapar el sol con un dedo” (coloquialmente hablando); lo verdaderamente lamentable sería decir que es verdad, situación que tampoco podemos desmentir. Ante ambas respuestas, lo importante no es que se vendan las elecciones, sino que existan personas e instituciones, que lo acepten y decidan comprarlas.
Este cuestionamiento no es nuevo, a lo largo de nuestra historia política hemos tenido diversos pasajes en los cuales se ha puesto de manifiesto la duda acerca de la veracidad de las elecciones, ya que se han presentado situaciones como elecciones pactadas, compradas, vendidas, simuladas o en el menor de los casos, arreglas o puestas a modo. Sin embargo, considero muy aventurado sostener alguna de las dos respuestas, ya que si bien no existe evidencia del arreglo o acuerdo para ganar elecciones, tampoco podría sostener que no existan tales prácticas, las cuales seguramente se realizan en diversos ámbitos y niveles de nuestra vida, no solo en las instituciones públicas y privadas, sino en la sociedad misma.
Si sostuviéramos que es posible que las elecciones puedan venderse (que existe mapachismo, compra de votos, acuerdos oscuros en la cúpula política), sería tanto como aceptar que existen personas sin valores morales y éticos dispuestos a aceptar las dádivas que ofrecen a cambio del arreglo en una elección; más aún, sería aceptar que nuestra sociedad se encuentra corrompida y dispuesta a venderse al mejor postor; de igual forma, sería aceptar que las instituciones encargadas de organizar las elecciones (INE) y aquellas encargadas de sancionar y preservar la equidad en las contiendas (TEPJF), no son lo suficientemente fuertes o capaces de salvaguardar nuestra democracia.
Caso contrario, establecer que tenemos un sistema electoral limpio, transparente, equitativo y democrático (donde prevalece el respeto entre candidatos, se respetan los resultados obtenidos, con plena independencia el Gobierno, sin dinero ilícito de por medio, con reglas igualitarias y parejas para todos, con transparencia y rendición de cuentas claras), lamentablemente, aunque es lo ideal, establecerlo sería una falacia.
Negar la posibilidad de elecciones truqueadas, implicaría que los controles para vigilar la organización y desarrollo de las elecciones se relajarían en demasía y, por lo tanto, se multiplicarían las prácticas que no se ven, pero que todos saben que existen. Como muestra a este comentario, se encuentran las recientes declaraciones del Ex-Gobernador Javier Duarte, en el sentido de que Miguel Ángel Yunes pactó la gubernatura con el entonces Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; por lo que Duarte tuvo que proponer solo una mini-gubernatura de 2 años, para minimizar el impacto al Partido Acción Nacional. Aquí no solo se advierten escenarios de corrupción política, sino actos de gobierno a modo que responden a intereses personales.
Independientemente de la venta o no de las elecciones, lo importante a resaltar es que las elecciones siguen girando en torno a la ciudadanía, quienes tienen y tenemos el poder decisión. Podrán existir personas corruptas sin valores ni escrúpulos, pero estoy convencido que siempre habrá más personas dispuestas a respetar nuestro marco normativo, a trabajar por elecciones limpias, transparentes, equitativas y democráticas; por lo que seguiré convencido de que habrá siempre más mujeres y hombres que decidan hacer simplemente “lo correcto”.