ENCONTRAR UN EQUILIBRIO
Por Alejandro García Rueda
El fútbol en México —como en otros tantos
países del mundo— forma parte del negocio del entretenimiento; junto a las
series producidas por plataformas como Netflix y HBO se ha convertido en uno de
los elementos de consumo por excelencia y además, se ha transformado en la
válvula de escape de los problemas sociales que aquejan al país.
A través de la polémica, titulares
sensacionalistas, publicaciones provocativas, imágenes sacadas de contexto e
incluso artilugios de la narrativa de ficción, los medios de información
especializados construyen diariamente un universo en el que las expectativas
del público no están en la realidad vivida en la casa o en el trabajo; pasan,
sin embargo, por los dorsales de 22 jugadores distribuidos a lo largo y ancho
de una cancha de 90 x 120 metros. La loza que se les ha impuesto es muy pesada.
El mal paso de un equipo en una competición
ocasiona repudio y, en ocasiones, la protesta del aficionado promedio es
totalmente desproporcionada. Pasó en el Estadio Corregidora y sucedió el pasado
viernes, previo al juego entre Chivas y Cruz Azul en el Estadio Azteca, cuando
un presunto grupo de aficionados rojiblancos se manifestaron en el hotel de
concentración del club.
De forma violenta, algunos seguidores del
cuadro que entonces era dirigido por Michel Leaño intentó ingresar al hotel,
algo que —acorde con lo publicado en las redes sociales del otrora
«campeonísimo»— provocaron también los medios de comunicación.
La condena enérgica de la institución recayó
tanto en los supuestos aficionados como en los medios «que desde temprano
ayudaron a crear un entorno hostil con sus encabezados amarillistas y
provocadores».
Para apoyar su dicho, el Community Manager de
Chivas, responsable de construir y administrar la comunidad online y gestionar
la identidad y la imagen de marca, acompañó el texto con capturas de pantalla
de un par de notas de Diario deportivo Record y la multiplataforma
mediotiempo.com, así como un tweet publicado desde la cuenta del podcast Raza
Deportiva, en el que se retomó parte de la entrada del blog del analista Rafael
Ramos.
Lo ocurrido no debe ser minimizado porque es un
reflejo de la violencia que se vive en territorio mexicano y sí, los argumentos
presentados por analistas, comentaristas o periodistas deportivos pueden ser
ingredientes para incitar a la violencia pero no se puede olvidar que es desde
casa en donde se forma al ciudadano y que los clubes también tienen
responsabilidad.
Ahora bien, si cree que esta clase de fenómenos
solo se ven en la prensa deportiva, déjeme expresarle que es en realidad una
pequeña muestra de lo que pasa con quienes cubren información general.
Todo medio, incluso éste —en el que usted ha
decidido depositar su confianza— tiene una línea editorial, que es la
orientación permanente de las publicaciones: Detrás de sus editoriales no solo
están autores previamente seleccionados, también hay una intencionalidad,
personajes que se entrevistan o se silencian, hechos que se destacan o se
omiten y un enfoque habitual de la noticia, entre otras cuestiones.
¿Por qué traerlo a colación? Porque como pasa
en los medios especializados en deportes, el medio dedicado a la información
general puede influir a través de sus contenidos para que se construya una
imagen positiva o negativa de tal o cual personaje. También se contribuye a la
formación de ciudadanía desde esta trinchera, el punto es qué clase de personas
estamos moldeando.
En cada publicación aparece una caracterización
de alguien a quien se ve ya sea como héroe o como adversario, si es el segundo,
un lector sabe de antemano que ese personaje no le es afín, que no le
representa y la realidad es que asume que se trata de alguien a quien puede
atacar, insultar o vencer porque existe una confusión entre lo que significa e
implica un proyecto y lo que es en sí la vida personal de un funcionario. Hay
mucho por hacer —principalmente por los jóvenes— para que estas rivalidades no
trasciendan y no revivan episodios como el asalto al Capitolio en los Estados
Unidos.
Como se comentó de manera previa los medios
forman parte de los ingredientes que pueden incitar que ciertas cosas sucedan y
claro que hay quienes lo logran de una manera deliberada, pero inconscientes de
las consecuencias que esto pueda tener.
Es una realidad que el vivir de las emociones
de la gente y conducirse bajo la lógica de la ganancia prevalece, pero ¿qué
pasará cuando el elector que tiene bien puesta la camiseta de un partido
político tome una decisiómn descabellada? ¿Habrá un lavatorio de manos
multitudinario? Si hay una necesidad que puede y debe ser subsanada por los
medios, es la de transfigurar la realidad.
Hasta el cansancio, a los comunicólogos se les
repite que una de las principales funciones del periodismo es servir y si desde
otras trincheras se contribuye a formar y/o educar, sin duda estamos ante una
combinación más que atractiva. Basta con encontrar un equilibrio.