ENOJO Y SOBERBIA
ENOJO Y SOBERBIA
Martín Quitano Martínez
La ira altera la
visión, envenena la sangre: es la causa de enfermedades y de decisiones que
conducen al desastre.
Florence Scovel
Se va notando más que algo
grave y profundo incomoda. El talante presidencial es más visiblemente irritable,
el gesto del rostro se le descompone un día sí y otro también, aunque pretende
ocultarlo desde las mordaces risas y videos, con los que más que convencer de
soltura, evidencia el enojo del cual es presa quien debería de serenarse, como
si fuera un estadista.
Ha quedado muy lejos,
prácticamente desterrado, aquel mensaje esperanzador del triunfo del 2018 donde
se llamaba a la unidad nacional, a la reconciliación, a la reconstrucción
nacional de los agravios, de las arbitrariedades, de las injusticias que
podrían enfrentarse sobre un quehacer público y político distinto, de
tolerancia y “humanismo”, con un gobierno para todos, que superara los denuestos
de una larga campaña de construcciones rijosas entre fifís y chairos.
También lejos quedaron los
alcances de un presidente electo con el propósito claro de la unidad del país,
porque al primer escollo se mostró ensoberbecido, clamando sin pudor no
requerir de nadie más que del pueblo, su pueblo -que es ese que solamente contempla
a quienes le alaban o le siguen acríticamente-, para lograr la transformación
de un país con profundos problemas que motivaron el voto de sanción y de
respaldo de una opción que reclamaba tener la altura para enfrentar las
criticas condiciones.
Corre el sexto año, y el ejercicio
político y administrativo que ofreció ser distinto, ha dejado claro que algo
descompuso lo que ofreció o que simplemente mostró la realidad de sus
propósitos, la magnitud de las contradicciones, la profundidad del engaño
populista que, de tanto crecer, resulta peligroso para la convivencia democrática
nacional por su tufo siempre veleidoso, autoritario e intolerante.
Al transcurrir los días, van
quedando cada vez más evidencias de los desvaríos y de los daños que ellos
provocan al empecinarse en imponer una visión que se asume por encima de
cualquier otra, que dice concentrar en ella la auténtica y única posibilidad de
un pueblo, el que está de acuerdo, lo que implica no reconocer y mucho menos
aceptar que somos un país pluriétnico, multicultural, diverso y plural donde
cabemos todos; que la visión reduccionista que pretende establecer como
universal, nos ha quedado y quedará demasiado chica siempre; que la dicotomía
de blancos y negros es un problema asociado a sus intereses pero que ha ido quedando
de lado ante nuestra forja multicolor; que cuando habla de su estatura moral,
se refiere a una sobredimensión de su ego forjado sobre la idea de superioridad
moral que deriva de su pequeñez humana y por lo tanto se cae a pedazos con cada
paso que da.
Su megalómano anhelo de pasar
a la historia como prócer se oscurece y desvanece por la gravedad de sus
desplantes, por su talante autocrático, por el enorme desprecio mostrado y la
falta de empatía con el dolor de millones de mexicanos, incluidos los de su
pueblo. Las herramientas de la simulación y el engaño que domina tan bien, no
serán suficientes para resolver el enorme fracaso de su legado, que ya le pisa
la sombra.
DE LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
¿Quién defiende el derecho al agua de los habitantes
de la cuenca del Pánuco que padecen sequia extrema?
X: @mquim1962