ESTATUAS DE SAL
ESTATUAS DE SAL
Martín Quitano Martínez
“El
compromiso es un acto, no una palabra”.
Jean Paul Sartre
Sin ofrecer avances reales, es
solo un discurso señalar el pasado como el culpable de las dificultades del
presente; quejarse de lo mal que está el presente por culpa del pasado y
ocuparlo como excusa para no dar resultados, es un refugio político, pero no sirve
cuando se sigue estancando la oportunidad de un mejor futuro sobre la idea de
que poco o nada se puede lograr en la medida de las condiciones que se fueron
definiendo anteriormente.
Desde la candidatura y al
presentarse, se espera, cada ejercicio de gobierno asume el conocimiento de las
condiciones que existen previo a su inicio. En muchos casos, de hecho llegan a
triunfar porque los ofrecimientos de campaña concitan la esperanza para ciudadanos
agotados de ejercicios públicos que no les refieren satisfacciones o que han
agotado los imaginarios de mejoras. Además se les respalda porque con sus
propuestas ofrecen capacidad, integridad, voluntad y conocimientos para modificar
lo existente que ha sido mal calificado, generando expectativas sobre la
resolución de problemas, transformar y mejorar las condiciones y cumplir con lo
ofrecido. Resultados favorables es lo que se espera.
El temor de reconocer que
mucho de lo ofertado en campaña sigue pendiente, impulsa a la reiterada
referencia a señalar y hablar del terrible pasado como la excusa para el
incumplimiento con el riesgo, al insistir en mirar, como la mujer de Lot, hacia
atrás, de convertirse en estatuas de sal que se desmoronan y balbucean
estribillos que ya no alcanzan a justificar la inacción. La falta de respuestas
o peor aún, la repetición o profundización de los males que ofrecieron resolver,
que justificaron el hartazgo social y posibilitaron condiciones para su llegada
a los poderes y representaciones, los señala sin remedio.
La complejidad de los
problemas de nuestro país, es evidente, es muy alta y no se necesitan sesudos diagnósticos
para entender que se requiere mucho, pero mucho más que los lugares comunes del
voluntarismo o las consignas de plaza.
Los que forman gobiernos
electos por sus ciudadanos, asumen que traen bajo el brazo el conocimiento y las
herramientas que favorecerán los cambios, que tienen el pulso de las
dificultades pero que también poseen rutas para su atención, por ello es que llamarse
sorprendidos de los tiraderos, de las suciedades y debilidades heredadas, a
estas alturas suena ya demasiado hueco y se interpreta como el abrigo de la incompetencia.
Urgen salidas, acciones concretas para avanzar en la mejora ciudadana.
Hoy parece quedar muy lejos
ese discurso del triunfo del 1 de julio del 2018, el de la construcción
discursiva que señaló y convenció a millones de votantes, de que enfrentar esos
tiempos negros era posible y de que se tenía claro que solo sería posible con el
aliento de nuevas y vigorosas formas de actuación democrática, de transparencia
y rendición de cuentas, de capacidad, de integridad y apego al estado de
derecho, de fortalecimiento institucional, de pluralidad y diversidad, del
reconocimiento y respeto de las opiniones diferentes y fundamentalmente de
convocar a un gran acuerdo de unidad nacional para enfrentar nuestros demonios.
A cuatro años, los demonios
siguen creciendo.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
México: primer lugar en embarazo adolescente entre
países de la OCDE, pobreza y falta de acceso de servicio de salud, principales
causas.
twitter: @mquim1962