EVOCANDO A DON PORFIRIO
EVOCANDO A DON PORFIRIO
Rafael Rojas Colorado
Esta es la tumba de un buen hombre que un día
decidió detener su peregrino paso en este suelo. Percibió la profunda emoción
de escribir su historia de vida en esta tierra serrana. En aquellos lejanos
años la juventud le resplandecía. Su sueño debería de mudarlo en realidad, ese
era el momento. Manos tendidas y abiertas le dieron la bienvenida con el
emblema de la amistad. Los matices de su vida expresaron mil colores, el
pintoresco pueblito serrano lo acogía, un hijo más en su población. El pueblo
se perdía en la distancia mientras a él, el tiempo le robaba la juventud.
Un
triste día la luz de la vida se le fugó de su cuerpo, pero, aun así, no deseaba
partir a ningún lado, solo descansar plácido en las entrañas de este pueblo que
aprendió a amar mientras el tiempo iba transcurriendo, mientras la vida lo iba
consumiendo. Aquí legó su historia de vida, la que compartió con su trabajo;
familia, amigos; vecinos y clientes. Su vida fue de amor al trabajo, tristezas,
alegría y amistad, de observar el horizonte y fusionar el paisaje con sus
sentimientos entre amaneceres y crepúsculos. Poca es la tierra que cubre su
inerte cuerpo que descansa en paz, pero su espíritu todavía cabalga por estos
caminos, ríos, montañas y senderos que van de pueblo en pueblo, de paisaje en
paisaje. Como un Quijote, va recogiendo sus pasos en absoluto silencio, nadie
lo ve, pero lo perciben, lo sienten cerca, misterios de la vida. Las
generaciones de su tiempo casi todas están ausentes, su alma se unió a ellas.
Esta
es la tumba de don Porfirio Rojas García, quien a mediados del siglo XX llegó a
Juchique de Ferrer con la juventud en el alma y muchas ilusiones, tal vez
comprendió que jamás se alejaría de esta tierra en la que está escrita su
historia de vida, de pasión y de amor. El progreso conduce hacia el futuro a
este pueblo que no olvidará la historia de este ser humano que llegó para
quedarse porque se enamoró de esta tierra, aún después de la muerte aquí
permanece, en este panteón que acuna mil historias de vida, solo el viento
entona un adagio sobre su tumba, es como un poema que lo va recitando con sumo
sentimiento. Buenas personas acercan flores a su tumba, su recuerdo se esparce
por la serranía de esos verdosos paisajes que deambuló por largos años.
Porfirio Rojas García, falleció el 23 de
octubre del año 2013 a los ochenta años de edad, un hijo de Coatepec, Veracruz
que decidió vivir para siempre en el pueblo serrano de Juchique de Ferrer.
rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx