EXISTE VULNERABILIDAD EN LA SALUD MENTAL DEL PERSONAL MÉDICO, AFIRMA INGRID VARGAS
EXISTE VULNERABILIDAD EN LA SALUD MENTAL DEL PERSONAL MÉDICO, AFIRMA INGRID VARGAS
· La incidencia de ideación suicida se presenta de manera intensa y constante, resaltó
· Los ritmos de trabajo, la carga académica, el proceso de formación y las demandas sociales les impactan, destacó
El suicidio es la más desafortunada consecuencia del burnout (síndrome referente al agotamiento derivado del desempeño laboral) no identificado ni atendido, señaló la coordinadora de Investigación en el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ingrid Vargas Huicochea.
Quitarse la vida es un fenómeno complejo, no
únicamente atribuido a cuestiones de salud mental, sino multifactorial, con un
componente social importante, dijo al participar en el Seminario Permanente de
Bioética.
Con el tema “Del burnout
al suicidio: Vulnerabilidad de la salud mental del personal médico”, refirió
que en un estudio (Lozano, 2022) entre los doctores residentes en México se
encontró que la incidencia de esa ideación se presenta de manera intensa y
constante entre jóvenes, en comparación con la población general.
Hay tres características
significativas que incrementan dichas prevalencias: consumo de sustancias, en
particular alcohol; síndrome de burnout; y la sensación constante de tristeza e
insatisfacción. Ansiedad e insomnio se muestran como un potente predictor para
esa conducta, alertó.
Las cifras son ocultas
porque el fenómeno tiene un estigma social importante y, siempre que se puede,
las familias evitan hablar de ello. Las “cifras oscuras no nos permiten ver la
realidad”, reconoció la psiquiatra.
La universitaria recordó
que la Organización Mundial de la Salud indica que hay elevada frecuencia de
afecciones en cuanto a salud mental se refiere. El estimado es que una de cada
cuatro personas se ha visto dañada por algún tipo de psicopatología a lo largo
de su vida. En América Latina la cifra alcanza 400 millones de individuos
quienes padecen alguno de esos trastornos.
Entre las principales
causas de discapacidad encontramos varias neuropsiquiátricas, es decir, que son
alteraciones de la salud mental, entre ellas depresión mayor, trastornos por
uso de alcohol, esquizofrenia, trastorno bipolar, enfermedad de Alzheimer y
otras demencias, recordó Vargas Huicochea.
En México se estima que en
la población adulta la prevalencia de trastornos mentales es cercana a 30 por
ciento, de estos los más frecuentes son: fobias específicas, los de conducta,
dependencia a alcohol y el depresivo mayor. No obstante, solo uno de cada 10
individuos recibe atención.
Dentro de las alteraciones
mentales hay grupos poblacionales específicos que son todavía más vulnerables,
como los médicos. “Aún antes de la pandemia ya se escuchaban voces de
preocupación por lo que pasa con aquellos que, en teoría, deberían cuidarnos”.
Los ritmos de trabajo, la
carga académica, el proceso de formación, las demandas sociales, impactan en la
salud y bienestar de los galenos. Por ejemplo, la prevalencia de depresión en
la población en general alcanza nueve o 10 por ciento; pero “encontrar una de
30 por ciento lleva a la reflexión de qué está pasando, en este caso con los
médicos en formación”. La pandemia, además, evidenció numerosas necesidades y
pendientes.
Vargas Huicochea refirió
que en general el personal sanitario realiza su ejercicio profesional en el
contexto de escenarios laborales generadores de angustia, lo cual repercute en
su salud física, emocional y psicológica. Y cuando el estrés se vuelve
constante, porque sus detonantes son imparables, permanentes, se comienza a
provocar un perjuicio en el cuerpo.
El burnout sucede, de inicio,
en un individuo sano, que irá sufriendo un deterioro de su condición física y
mental. Su componente principal es el cansancio o agotamiento, que va de una
pérdida progresiva de energía, a un desgaste físico y emocional.
Tiene que ver con una
falta de suficiencia, pero que no es real, sino percibida por parte del entorno
laboral. En otras palabras: “haga lo que haga, la persona termina sin ser
suficiente para sus autoridades o responsables, y así la exigencia continúa”,
refirió la doctora en Ciencias.
La percepción de que
“nunca voy a alcanzar la meta” o “nunca voy a llegar” empieza a desgastar.
Conforme ese objetivo se “mueve” o “avanza” se mantiene el cansancio o
agotamiento emocional, y la respuesta de la mente para “mantenerse a flote” es
la despersonalización.
Se trata de la
construcción de un “muro emocional”, una especie de defensa para protegerse de
los sentimientos que prevalecen en el ambiente laboral circundante: impotencia,
indefinición, frustración constante, añadió Ingrid Vargas.
Cuando eso continúa llega
el abandono de la realización personal, que algunos autores han definido como
una especie de “autoestigma”. Este componente del burnout es resultado de que
todo el tiempo el mensaje del ambiente laboral es “no eres bueno”, “tu productividad
no es la adecuada”, “tu desempeño no es el mejor”; y la camiseta que
insistieron que te pusieras de “no sirves para nada”, te la pones tú mismo.
No surge de un momento a
otro, sino de forma gradual, aumenta con el tiempo y se presenta de manera constante.
Es un proceso que se instala hasta que el individuo se abandona a sí mismo
frente a un escenario y percepción de desesperanza. “Si se hiciera una
evaluación de estos malestares en el personal de salud, nos daríamos cuenta de
que es casi una constante”, sostuvo.
El burnout tiene niveles;
en el leve, hay quejas poco específicas, se comienza a relatar un cansancio y
un cierto grado de desmotivación. En el moderado, la persona es cínica,
negativa, poco cooperadora hasta que empiezan a ser notorias las afecciones,
como enlentecimiento en las respuestas y tareas, automedicación, ausentismo,
abuso de alcohol o drogas, hasta llegar al nivel extremo de un colapso a nivel
físico y emocional, y en individuos vulnerables, cuadros psiquiátricos y
suicidio.
Posee un claro impacto en
el bienestar. “¿Cómo hacemos para cuidar a los que nos cuidan? Se ha demostrado
que hay necesidades específicas de los médicos, pero aún están pendientes de
atención”, concluyó Vargas Huicochea.
Fuente: UNAM