Éxito del Chavo del 8: explotar la pobreza
René Sánchez García.
Dentro de la llamada “Época de Oro del Cine Mexicano”, que se dio entre mediados de los años cuarenta y cincuenta del siglo anterior, destaca la participación de Ismael Rodríguez, cineasta y director, que llevó al máximo de la popularidad nacional e internacional a Pedro Infante, convirtiéndolo no sólo en un ídolo popular, sino también en un inmortal en la historia de México. Sólo recordemos los éxitos de Los 3 García (1946), Vuelven los García (1946), Nosotros los pobres (1947), Ustedes los ricos (1948), y Pepe el Toro (1952), donde Ismael Rodríguez transforma de charro y cantante a personaje popular de barriada, al inolvidable cantante mexicano, que años más tarde falleciera trágicamente en un accidente aéreo.
En la trilogía cinematográfica que lo hizo popular, Pedro Infante interpreta a un mexicano común y corriente de aquellos años, habitante de una colonia popular del Distrito Federal, donde reina alrededor de la pobreza extrema, el amor que él les tiene a su familia y a sus amigos de parranda y de oficios múltiples. Da vida al “macho mexicano” que no se raja ante los embates de la vida. Mexicano que canta, bebe, pelea, sufre, llora y todo lo que no tiene solución se lo deja a Dios y a los Santos. Mexicano que le encantan las mujeres y siente envidia y coraje por los que tienen todo en la vida, sobretodo dinero y poder. La pobreza fue un rico filón comercial que supieron explotar aquellos empresarios del cine, los directores y los actores. En esas películas populares o de barrio no hay cultura, ni arte, lo que existe es una explotación de la pobreza del mexicano y que mejor cliente que los millones de mexicanos pobres que se identificaron plenamente en la pantalla grande y luego en repetición a través de la televisión.
Todo esto viene al caso para explicar el fenómeno que se dio en la televisión mexicana, durante los años de los setentas, ochentas y parte de los noventas, con los personajes creados por Roberto Gómez Bolaños (actor, comediante, dramaturgo, escritor, guionista, compositor, director y productor de televisión comercial) como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, entre muchos otros más y que fueron interpretados por Carlos Villagrán, Ramón Valdés, Florinda Meza, Rubén Aguirre, Edgar Vivar, Angelines Fernández, Raúl Padilla, Horacio Gómez Bolaños y María Antonieta de las Nieves. Programas de entretenimiento destinados tanto a niños, jóvenes y adultos mexicanos, donde un cúmulo de slogans (“Fue sin querer queriendo”, “Tenía que ser el chavo del 8”, “Se me chispoteó”, “No contaban con mi astucia”, entre otras más) se convirtieron en el lenguaje cotidiano de los mexicanos sin cultura, que ávidos de soportar la pobreza, el hambre, el analfabetismo, la injusticia y el dolor, reían frente al televisor como única forma de soportar todo eso a que nos han sometido a los mexicanos. Por un lado el estado y por la otra el capitalismo y sus redes.
Sin menospreciar la creatividad de Don Roberto Gómez Bolaños, los personajes y los diálogos que tuvimos que soportar por muchos años, siempre fueron carentes de una pizca de cultura que pudiera ser formativa entre los televidentes, más bien permitieron en muchos de los casos la deformación de nuestro lenguaje, ese Castellano tan hermoso que ya se perdió a causa del capitalismo, por un habla corriente o “Cantinflesco” que ahora impera. Pero bueno, en este momento tan difícil para México, cayó como anillo al dedo su deceso. Como hemos podido notar en cualquier época hay pan y circo.
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