FELIZ DÍA DE LA AMISTAD
Por Rafael Rojas Colorado
Para Elena
En el diario vivir la vida nos regala gratas experiencias, son esas sensaciones las que por momentos nos persuaden el alma, nos ayudan a fugarnos de la áspera realidad para vivenciar lo que se parece a un sueño. Son fugaces momentos envueltos en la bruma y después todo vuelve a la realidad. La bella sensación lentamente se va difuminando para ocupar un espacio en el recuerdo. Sin embargo. Algunas quedan adheridas al alma y se eternizan por completo; es como si paralizaran el tiempo limitándole su libertad. Cuando esto nos sucede es como si la fuerza de un milagro estuviera reservando en nuestro existir.
A mí me sucedió a la edad de once años de edad, charlaba animadamente con mis primas y amigas en ese patio que pertenecía al hogar de una de ellas. Allí pasábamos interminables atardeceres compartiendo ilusiones, juegos y fantasías propias de la edad y muchas cosas más. En eso gastábamos las horas, el tiempo poco importa cuando se tiene esa edad. Nuestras reuniones ya eran familiares y en los albores de los años sesenta parecía un lujo el que nos diéramos esa libertad.
Una tibia tarde del año 1963, como siempre, estábamos entretenidos en nuestros juegos, no recuerdo que planeábamos, pero la felicidad estaba presente en cada uno de nosotros, Espontaneo volteé hacia mi izquierda y como si se tratara de una aparición virginal, por vez primera vi esa niña que, por un momento, se quedó parada aflorando una dulce sonrisa, su piel clara, el cabello lacio y oscuro le caía debajo de sus hombros apenas perturbado por el soplo de aire. Su sonrisa poseía el encanto y percibí que estaba dirigida hacia mí, sus ojos color olivo me lo decían, se trataba de una nueva vecina en ese barrio.
Por un momento me quedé mudo y el cuerpo se me electrizó frente a esa desconocida, mil pensamientos cruzaron por mi mente y, sin mucha naturalidad, en mis labios también se dibujó una sonrisa y a mí mismo me pregunté ¿Quién es esa muchacha? Los años pasaron y hasta la fecha jamás he podido describir esa tierna sonrisa que me robó el alma enamorándome por completo. En ese momento no imaginé que esa sonrisa viviría eternizada en mi corazón y que su dueña sería mi esposa.
Elena, en este día dedicado al amor y a la amistad acerco el recuerdo en el que aún estaba presente nuestra infancia y que se transformó en largos años de convivencia como pareja. El amor y la gratitud siempre presentes en nuestro corazón.