FLORES, SPRAY Y LEGÍTIMA RABIA
FLORES, SPRAY Y LEGÍTIMA RABIA
Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
La lección que este 8
de marzo le dieron las mujeres a quienes auguraban –y hasta parecía que
deseaban y alentaban- una bacanal de violencia en la Ciudad de México y en
otras de las principales demarcaciones del país, ha sido épica e ilustrativa de
cómo este movimiento sigue siendo el gran talón de Aquiles del régimen de la
pretendida “cuarta transformación”.
Mientras en la Ciudad
de México se amuralló todo el Centro Histórico y se lanzaron a las calles hasta
a elementos de la Marina –el único cuerpo castrense que es capaz de anular a
los sicarios del crimen organizado en un enfrentamiento- para “contener” a las
mujeres, en su enorme mayoría muy jóvenes, éstas respondieron con flores, con
abrazos, con cantos, sin dejar de lado sus demandas, su exigencia a su derecho
a vivir sin miedo, sin violencia.
Tremendo chasco se
habrá llevado el presidente “más feminista de la historia” –como le dicen sus
aduladores-, quien pocas horas antes, desde el palacio atrincherado en el que
convirtió un monumento nacional, volvió a arremeter contra ellas, las que no se
amilanan ante sus insultos y le hacen frente. Y que por eso mismo las detesta.
Para intentar
desacreditar sus exigencias, les repitió su cantaleta de siempre: que están
“infiltradas” por la “derecha” y los “conservadores” –dijo, el mayor
conservador de todos-. Y lo peor, que querían montar un “espectáculo de
violencia” con el objetivo ¡de afectar a su gobierno ante los ojos del mundo!
Porque como buen megalómano, todo debe tratarse de él. Y por las mismas anduvo
la jefa de Gobierno que se comporta como regenta, Claudia Sheinbaum. Atizando el
miedo hacia y contra las mujeres.
Las únicas “terribles”
armas que les encontraron fueron cilindros de humo de colores, como los que se
usan en los “baby showers”. Y las “violentas conservadoras y derechistas” feministas
decidieron dar una enorme lección con un gesto muy a lo “hippie” de los años
60: repartiendo flores, abrazos y aplausos a las mujeres policías, que hasta
las acompañaron en la marcha.
En Veracruz, donde en
los últimos seis años han asesinado a más de mil mujeres y han detenido solo a
ocho de sus asesinos, el gobernador decidió irse lo más lejos posible de la
capital. Escogió la zona indígena –y muy marginada- del Uxpanapa, desde donde
auguró un “gran futuro” para las mujeres en la entidad.
Mientras tanto, en
Xalapa una plaza llena se manifestaba frente a otro palacio rodeado de
policías, que además exhibía con enormes gallardetes las imágenes de las
mujeres con cargos de alta responsabilidad en el estado, cual si fueran
“trofeos” de un gobierno que fracasó rotundamente en su política de “cero
tolerancia” a la violencia contra las mujeres, pero que estuvo muy solícito para
cuidar las paredes de los inmuebles.
A su propio estilo,
con sones y canciones, las mujeres veracruzanas expresaron su angustia, su
dolor y su ira por la violencia que no cesa y que en muchos casos proviene del
propio gobierno. También cantaron, también lloraron. Y también exhibieron los
nombres de muchos de sus agresores, que quedaron ahí, en muros de ignominia, ya
que el sistema de justicia en la entidad lo que protege y perpetúa es la
impunidad.
Por supuesto que hubo
quienes rayonearon paredes; quienes azotaron puertas; quienes gritaron
maldiciones. Cuando la muerte ronda nomás salir a la calle sin que nadie se
haga cargo, ¿qué más da? ¿Qué otra salida queda?
Sin embargo, esa muestra
de serenidad –que no de sometimiento-, de creatividad ante a una autoridad
indolente, ciega y sorda, que se siente el ombligo del universo y que se cree
infalible y, por ende, incuestionable, fue más explosiva que todas las bombas
molotov que ellos anunciaron habría y que, dicho sea de paso, nunca
aparecieron.
El movimiento
feminista sigue siendo la única oposición real, efectiva y legítima en México.
Por eso los vuelve locos.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras