Fríos vientos
Entre Columnas
Martín Quitano Martínez
Twitter:
@mquim1962
“Hay
demasiado en juego para que nos rindamos a la política de la polarización”.
Brad Henry
Muy
fuertes y fríos vientos que soplan sobre nuestro país. Vientos que congelan al
punto de arrasar u obnubilar nuestro imaginario, desgastando las posibilidades
de trascender nuestros problemas y hundiéndonos en la incertidumbre. Son
vientos difíciles de sortear más allá del optimismo de un nuevo año; un
optimismo apabullado por los dolorosos sucesos de violencia que no dan tregua o
de los problemas de una pandemia que sigue marcando ritmos de vida, que sigue
acorralando a un presente complejo, difícil.
La oscuridad
de nuestra vida cotidiana se acentúa en el espacio público y social, azolado
por los embates de los problemas que ganan terreno y cancelan esperanzas, que
agobian las ilusiones de millones de mexicanos atrapados, preocupados,
angustiados a pesar de los dichos oficiales de bonanza, de felicidad.
Un día
del tercer año de lidiar con la pandemia, se rompió el récord de contagios por COVID,
asumiendo la normalización de una enfermedad que, en otras partes del mundo,
requiere atención y mesura, mucha mesura para su asimilación y control. Sin
embargo en este país nos asumimos diferentes al resto del mundo, porque a
contra corriente, nosotros –en palabras oficiales-, vamos ganando la lucha. 600
mil muertos por efectos de la pandemia parecen no hacer mella ni en la percepción
social y mucho menos en la gubernamental; se insiste en remarcar que todo va
bien, que todo está bajo control y muchos ciudadanos lo creen y actúan en
consecuencia.
En violencia
e inseguridad los discursos plantean las disminuciones estadísticas en función
de sus otros datos, los que los respaldan y que son confrontados desde las
notas diarias de víctimas de un doloroso escenario de sangre y muerte. En la
primera semana del año se registran 475 homicidios dolosos, mientras se esperan
los informes de las otras violencias que campean nuestro país. El tan evidente desbordamiento
de la violencia pareciera cosa lejana, sin importancia, para algunos actores
políticos o dirigentes, prefieren otros temas, voltean la cara.
En el
2022 habrá elecciones en 6 estados del
país y todo parece indicar que se realizará la consulta para la revocación de
mandato del Presidente de la República. Es por lo tanto un año que seguirá con
un ambiente propicio para la confronta política. Dada la insistencia
presidencial de ya presentar corcholatas para el 2024, los tiempos serán
regidos por la disputa política que tradicionalmente inhibe o modifica
ejercicios de gobierno y de administración pública en función de los intereses
partidarios en turno con las consecuencias que ello implica.
Más aún,
frente a los gravísimos problemas que tenemos, se insiste en remarcar las diferencias,
se reitera, se convoca a profundizar en las posiciones irreconciliables y a manejar
discursos huecos, alejados del propósito de conciliar alternativas de
transformación, contrarios a una posición de diálogo, discursos que solo
generan ruido y que en lugar de abrir, cierran espacios para un concilio mínimo
y urgente.
Se
insiste día a día en señalar la voracidad exhibida por un modelo económico que acentuó
la desigualdad, que favoreció la individualización y dejó a cargo de las
decisiones nacionales a sujetos arbitrarios y cínicos que forman parte de la
historia negra de nuestro país.
Sin
embargo, las bonanzas de la transformación que enarbolan no son muy evidentes.
Son muchos los malos asuntos que siguen igual o peor, los beneficios parecen
refutarse con intolerancia, gestos y acciones que se asemejan mucho a los
supuestos tiempos idos. En el ejercicio de gobierno hay omisión, hay abandono.
Son
tres años y no es visible un esfuerzo alternativo realmente democrático que se proponga
la salvaguarda de los derechos humanos, de la protección del medio ambiente, que
se esfuerce en la transparencia y la rendición de cuentas, en la forja de un
verdadero Estado de derecho con justicia social. Dista mucho de reflejarse como
resultado favorable en el presente y en un futuro cercano.
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Dice José Woldenberg ”Las creencias, creencias son. Y los
hechos no pueden ser borrados”. Tal cual