Especial

FUENTEOVEJUNA…

Comparte

 

 

 

 

 

Un lugar de mucho interés en la capital de la Madre Patria, es la casa museo dedicada al escritor, poeta y dramaturgo FÉLIX LOPE DE VEGA Y CARPIO. El sitio está prácticamente en el centro de Madrid. La partida es de la Puerta del Sol, exactamente de la estatua del Oso y el Madroño; la caminata es sobre la calle de San Jerónimo. A tres pequeñas cuadras (allá les dicen manzanas y vaya confusión con el término), se llega a la Plaza de las Cortes, parada obligada para contemplar una estatua dedicada a Cervantes. A la derecha se aborda sobre la rúa de San Agustín y habiendo caminado escasos 50 metros, ya es hora de echarse una caña acompañada de un gazpacho en la parrillada del Barril, para no perder la costumbre de aquello que dice barriga llena, corazón contento. Marchándose de este lugar y sobre la calle Cervantes, a media cuadra se aprecia el sobrio edificio construido en el siglo XVII donde vivió nuestro personaje.

En el interior del museo, la visita guiada hecha por una experta de muy buen hablar y de muy mejor ver, explicó que, don Félix Lope de Vega y Carpio, auténtico madrileño, nació el 25 de noviembre de 1562. De familia pobre, desde niño se puso picudo para la versada, y de joven fue sobresaliente para eso de las enaguas, pues platican de sus amoríos con distintas doncellas, por lo que le atribuyeron diez hijas y cinco varones, todos vivos, con tan mala suerte que, hasta los hijos que no eran de él, se parecían a él —según glosa de la amable postillosa—

A don Lope, no le valió que estudió con los Jesuitas de Madrid y luego en la Universidad de Alcalá, porque ni siquiera consiguió ser bachiller, pero eso sí, lo que aprendió de su maestro el rondeño-malagueño Vicente Espinel —el de las décimas espinelas—  lo aplicó de manera asombrosa (eso ya fue contribución del teocelandés Ricardo Mora, admirador de don Vicente).

Regresando con la guía, ésta continuaba con su perorata, diciendo que a don Félix le caía gordo don Miguelito Cervantes de Saavedra, y que a lo mejor las actitudes eran recíprocas, porque éste se desquitaba apodándolo el “Fénix de los ingenios” y  “Monstruo de la naturaleza”, pues a pesar de ser nada agraciado, varias mozas morían por él, motivo por el cual lo metieron al bote y al reincidir con sus amancebamientos, concubinatos y contubernios, le aplicaron lo que en México le dicen el 33, según palabras de la orientadora que, amablemente recomendó la novela “Ladrones de Tinta” cuya adquisición fue inevitable ahí mismo y que en otra ocasión la comentaremos.

La guapa guía daba fin a su charla, pero no dejó de explicar que, las críticas al sistema en que vivió De Vega y Carpio, las representó con la tragicomedia Fuenteovejuna, basada en un episodio histórico de aquél pueblo cordobés. Ahí dan muerte al Comendador, y en el juicio, a pregunta del juez ¿quién mató al comendador?, el pueblo entero y siempre unido, respondió: Fuenteovejuna, señor.

Amigos, Lope de Vega, murió en su lecho precisamente en esa casa, en el año de 1635, no sin antes heredarnos esta frase: “No hay cosa más fácil que dar consejo ni más difícil que saberlo tomar”. La visita terminó, y nos dieron la oportunidad de dejar inscritas en el libro de visitas, nuestras huellas digitales porque un ladrón se robó los tinteros con todo y plumas y sin opción, nos despedimos para seguir, con el turisteo.

¡Ánimo ingao…!

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *