FUTBOL: LO MAS IMPORTANTE DE LO MENOS IMPORTANTE
FUTBOL: LO MAS IMPORTANTE DE LO MENOS IMPORTANTE
Uriel
Flores Aguayo
El
futbol mexicano se parece a nuestra débil democracia: en decadencia gradual o
caída libre. Cuántas emociones y sentimientos lastimados por el desastre actual
del futbol nacional. Ver a la selección nacional sin nivel ni actitud en la
reciente copa América es recordar el mundial de Qatar, donde pudo haber ido sin
entrenador y de todos modos jugar los tres partidos de rigor. Es una agonía sin
fin y sin esperanza. Nadie se hace responsable de los fracasos ni toman medidas
de solución. Priorizan el negocio sobre lo deportivo. Son una vergüenza. Se
siente impotencia, pero también tristeza de ver a los niños y jóvenes
desconcertados por los malos resultados de la selección. Siendo el futbol
nuestro máximo deporte nacional se está haciendo un daño a las nuevas generaciones
como practicantes y afición. El afán gubernamental de fomentar el béisbol por
gusto del presidente se ha quedado limitado ante la fuerza extraordinaria del
fut bol. No le ha hecho mella alguna. Han herido nuestro orgullo los dueños de
equipos y sus directivos sin importarles la afición.
No es
un problema de diagnósticos, los analistas y críticos deportivos han mostrado
las fallas junto a las propuestas de solución. Mucho tiene que ver con el
sentido común. Es sencillo: hay demasiados jugadores extranjeros, que bloquean
el desarrollo de talentos nacionales; no se dan facilidades para que los
jugadores mexicanos salgan al extranjero, lo que los pondría a un nivel
superior; no hay ascenso a la primera división, lo que anula la competencia y
el crecimiento de equipos menores. Tampoco hay buena planeación como queda
demostrado en competencias internacionales. Hay malinchismo. Si a los magnates
les ven la cara los entrenadores que importan de Sudamérica, es su problema,
son frívolos, pero que no nos pasen la cuenta a los ya de por sí sufridos
seguidores de equipos y de la selección.
Siendo
estructural el problema del futbol mexicano no se va a poder resolver en dos
años que faltan para el próximo mundial. Lo que sí se puede hacer es empezar a
tomar medidas serias y evaluables, con responsabilidad y compromiso.
Es
nocivo que los dueños del futbol mexicano no piensen en la afición, que la
coloquen en el último lugar de sus prioridades. Un poco es como la democracia
nivel México: simulación, demagogia, gato pardismo, atole con el dedo y puro
negocio. Así se maneja el futbol. Hasta que no reciban la reacción popular en
forma de boicots, ausencia de los estadios, menos consumo de playeras y menos
audiencia televisiva, no van a actuar profesional y decentemente.
No
escribo para influir en algo o alguien, es un sano y urgente desahogo.
Podríamos vivir sin triunfos en el futbol. Pero duelen los papelazos. Lo
importante es decir algo, y hacer, no ser sumisos ni derrotistas. Lo que
hagamos por el futbol es cuestión de orgullo, de personalidad y justicia
deportiva. Es tan parecido a otros aspectos de la vida nacional. El deporte es
vital para la sociedad, no se debe dejar al garete. Siendo el futbol el mayor y
con mucho, merece un poco más: decoro y respeto al aficionado. La justicia del
deporte es como la justicia nacional.
El
futbol es lo más relevante de lo menos importante, pero significa mucho para
millones de mexicanos que no merecen cargar con la vergüenza del desorden y el
mercantilismo de sus dueños. Por nuestros niños y jóvenes, por nosotros, seamos
exigentes con un futbol triunfador.
Recadito:
se va un gobierno estatal para el olvido.