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GOBIERNO ESPÍA

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GOBIERNO ESPÍA

Pedro Peñaloza

“Inteligencia militar” son dos términos contradictorios.

Groucho Marx

 

Quizá muchos lectores creyeron las promesas de campaña del hoy presidente de México, pero a 4 años de su mandato, muchas se han diluido. En días recientes se publicó una noticia que devela la falsedad de una de aquellas “radicales” posturas que enarboló el candidato López Obrador. Nos referimos al sistema de inteligencia que tiene el Estado para espiar a ciudadanos opositores al régimen y también para intimidar e incluso para chantajear a miembros del propio grupo gobernante.

Hagamos un poco de memoria: en una declaración fechada el 23 de diciembre de 2017 el tabasqueño anunciaba que cuando fuera presidente “desaparecería al Cisen”, oficina de espionaje político de la Secretaría de Gobernación. Sin embargo, resulta que el “impoluto” inquilino de Palacio Nacional únicamente le cambió el nombre al anterior organismo y lo dotó de millonarios recursos, ahora bajo el nombre de Centro de Militar de Inteligencia (CMI), que a diferencia del Cisen, éste es manejado totalmente por fuerzas castrenses y forma parte de la rama de inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional, el cual responde directamente al general Luis Cresencio Sandoval González, titular de la Sedena.

Al igual que el resto de la estructura militar, el CMI, el sistema de espionaje e inteligencia, también aumentó durante el gobierno de AMLO. Veamos: entre 2018 y 2021 su plantilla de agentes pasó de 293 a 619, operando desde un búnker de más de 5 mil millones de pesos instalado en el Campo Militar No. 1. Además, cuentan con un arsenal tecnológico, que incluye el poderoso spyware Pegasus, según datos de Animal Político, Aristegui Noticias, la organización R3D y la revista Proceso (2419), usado sólo por gobiernos para la intervención de teléfonos celulares.

Uno de los aspectos a destacar es que el CMI intervino con Pegasus el teléfono del activista tamaulipeco Raymundo Ramos, con el propósito de obstaculizar una ejecución extrajudicial cometida por soldados, precisa la investigación de estas organizaciones y medios. Este elemento contradice claramente lo dicho por López Obrador el pasado viernes diez de marzo, que, trastabillante y contradictorio, enfatizó en su mañanera que su gobierno ya no hace “espionaje”, sino “inteligencia”, y que no hay ninguna “ilegalidad”.

Vale una pregunta al presidente, quien se dedicó a insultar a la estoica y firme periodista Nayeli Roldán de Animal político, ¿cuál es el fundamento legal para que la Sedena escuche conversaciones de periodistas y defensores de derechos humanos? El gobierno continúa espiando y violando los derechos elementales de los ciudadanos. Éste es sólo un síntoma de la doble moral de AMLO. Cuidado.

@pedro_penaloz