Había una Vez… En Hollywood
Por: Pablo Contreras Sánchez
Si me dieran un centavo por cada vez que escucho a un estudiante de cine citar a Quentin Tarantino como una de sus influencias (comenzando por mí mismo), tendría suficiente dinero para financiar mi primer largometraje. Y aunque los aspirantes a cineastas que quieren ser ‘el próximo Tarantino’ se han convertido en una especie de cliché/chiste recurrente, eso no deja de testificar del tremendo impacto que el realizador ha tenido entre los amantes del séptimo arte. Su estatus de culto hace del estreno de cada una de sus cintas un evento, su uso de violencia estilizada y diálogos ingeniosos se ha convertido en su sello, y aunque casi todos los actores y actrices en la industria están más que dispuestos a trabajar con él, lo cierto es que no necesita de estrellas para vender sus proyectos, porque ÉL es la estrella. Lo ames o lo odies, nadie puede negar que el señor Tarantino es un referente obligado dentro del cine moderno.
Yo, personalmente, siento mucho aprecio por él; durante mi adolescencia, descubrí su trabajo con ‘Pulp Fiction: Tiempos violentos’, lo cual despertó una fibra creativa dentro de mí, llevándome a preguntar ‘¿puedes hacer eso en una película?’ en voz alta, durante más de una ocasión, y me motivó a abrir mis horizontes como espectador, buscando un tipo de entretenimiento diferente al que estaba acostumbrado a consumir en aquel entonces. ¿Qué puedo decir? ¡Su pasión por el cine es contagiosa! Y ahora, con su noveno (y penúltimo) largometraje, está trayendo dicha pasión al primer plano.
Había una vez, en Hollywood de 1969, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), una estrella de televisión de los años cincuenta, lucha por ajustarse a una industria cambiante que no deja de relegarlo a papeles secundarios frente a actores más jóvenes y populares, haciéndole ver que sus días de gloria ya son cosa del pasado. Acompañando a Rick está Cliff Booth (Brad Pitt), su doble de riesgo, quien además le conduce alrededor de la ciudad, seca sus lágrimas, y ocasionalmente arregla su antena de cable. Viviendo justo a lado de Rick están Sharon Tate (Margot Robbie), una joven actriz, y su esposo, el director de cine Roman Polanski. A lo largo de la película, seguiremos a este trío de personajes mientras se abren paso por el escaparate hollywoodense, aparentemente mundano, y cruzan caminos con personajes coloridos y legendarios, tales como Steve McQueen, Bruce Lee… y la familia Manson.
La filmografía de Tarantino nos ha regalado una extensa librería de bad-asses que ahora forman parte de la conciencia colectiva: Beatrix Kiddo/La novia, Jules Winnfield, Django, Aldo Raine, entre otros, los cuales, no podrían ser más diferentes de Rick Dalton, el protagonista de ‘Había una vez… en Hollywood’, quien a pesar de interpretar ese tipo de personajes en las pantallas grande y chica, es un hombre deprimido, enfermo y extremadamente vulnerable en la vida real. Esa maravillosa ironía, traída a la vida por la magnífica y muy humana actuación de Leonardo DiCaprio, convirtió a Rick en uno de mis personajes favoritos de Tarantino casi de inmediato (el más identificable, seguro; ¡realmente quieres ver a este tipo triunfar!). DiCaprio es, sin lugar a dudas, un gran intérprete, por lo que verlo hacer de un actor en decadencia que en ocasiones ni siquiera puede recordar sus líneas fue a partes iguales hilarante y trágico.
Por otro lado, Cliff Booth, el sencillo y relajado doble de riesgo con un pasado oscuro interpretado por Brad Pitt, es el contrapeso perfecto para DiCaprio, y el emparejamiento de ambos actores en pantalla es una combinación hecha en el cielo de las películas. El filme es, a fin de cuentas, sobre la amistad entre estos dos hombres, y sus esfuerzos por mantenerse a flote en un medio que no se tienta el corazón para devorar a sus miembros más veteranos. En el guion, no pude evitar ver a Tarantino, un cineasta conocido por nunca adherirse a lo que es políticamente correcto, expresando sus inquietudes de convertirse en un paria, dentro de una industria que ya no tolera cierto tipo de contenido que solía estar normalizado cuando inició su carrera, especialmente tomando en cuenta que hay una especie de lucha generacional constante a lo largo de la película (¿vaqueros contra hippies?).
Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, es quizá el personaje menos desarrollado de nuestro trío protagónico, y eso es particularmente obvio en las escenas donde abandonamos a Rick y Cliff para centrarnos en ella… no haciendo mucho. Su personaje tampoco tiene demasiadas líneas de diálogo, lo cual sin duda es cuestionable, pero Margot logra sortear dicha limitación para ofrecer una actuación de calidad. También, debo confesar que me tenía preocupado cómo la película retrataría la tragedia real que involucró a Sharon y la familia Manson, y si para hacerlo, recurriría al mal gusto, pero afortunadamente, y sin revelar demasiado, Tarantino acaba calmando esos temores como sólo él puede hacerlo.
(Eso sí, ‘Había una vez… en Hollywood’ depende mucho del previo conocimiento que la audiencia tenga respecto a lo que en verdad pasó la madrugada del 9 de agosto de 1969 en la residencia Polanski, por lo que una rápida búsqueda en Google antes de ir al cine es recomendable para vivir la tensión de ese tercer acto a flor de piel).
Y como esta es una película de Tarantino, tenemos un elenco gigantesco lleno de rostros familiares, la mayoría, haciendo cameos rápidos, pero memorables: Emile Hirsch, Timothy Olyphant, Dakota Fanning, Bruce Dern, Luke Perry (en uno de sus últimos papeles, Q.E.P.D.), el mismísimo Al Pacino y Mike Moh como un caricaturesco Bruce Lee, entre muchos otros. Además, ¿recuerdas como en la escuela de cine te enseñan a nunca trabajar con niños o animales? Pues bueno, las dos estrellas destacadas en ‘Había una vez… en Hollywood’ son, curiosamente, Julia Butters, la pequeña que interpreta a Trudi, la encantadora ‘actor’ de método que fastidia y, posteriormente, consuela a Rick Dalton en el set de grabación, y la pitbull que hace de Brandy, posiblemente la heroína más grande del filme.
Los fans del director se rascarán la cabeza buscando a Tim Roth, quien ha estado presente a lo largo de toda su filmografía, pero no aquí. La buena noticia es que él estuvo en esta película, en algún momento, pero lamentablemente, su personaje fue cortado por completo. Se dice que más de una hora de material fue eliminado del metraje final, y se nota. El ritmo decae a ratos durante el segundo acto, haciendo de ciertas secuencias largas, mas no aburridas, gracias a lo bien construidos y actuados que están todos estos personajes. Si acaso, las escenas más lentas recrean fielmente la sensación de estar atrapado en un set de grabación durante más de doce horas, añadiendo al sentido del humor meta presente de principio a fin. No descarto que este problema desaparezca viendo el filme por segunda vez, lo cual haré esta misma noche, así que se los haré saber… de algún modo.
No obstante, como es de esperarse con el cine de Tarantino, la paciencia tiene su recompensa; el tercer acto está plagado de tensión brillantemente ejecutada (piensa en la escena de apertura en la granja de ‘Bastardos sin gloria’, pero extendida) mientras que el clímax, caótico y demente (el cual, por supuesto, no voy a spoilear aquí) hizo que todos en la sala perdiéramos la cabeza de manera colectiva. Un momento en particular, cerca del final, me emocionó a tal grado de querer levantarme de mi asiento y aplaudir, lo cual por supuesto no hice, pero vaya que fue increíble.
Las series de televisión y largometrajes ficticios protagonizados por Rick Dalton que imitan perfectamente, y en ocasiones, incluso lo insertan en piezas reales (tales como ‘La gran evasión’ con Steve McQueen) son tan auténticas como encantadoras. El amor de Tarantino por el Hollywood de antaño, los westerns y seriales pulp nunca había sido tan evidente como aquí. Finalmente, el grado de perfeccionismo y atención al detalle del director puede ser apreciado en la totalidad del apartado técnico: desde el diseño de producción y vestuario que recrean con gran fidelidad la época, pasando por la vibrante cinefotografía, groovy banda sonora… Y sí, en caso de que te lo estés preguntando, hay varias instancias de su conocido fetiche de pies a lo largo de la película (¡no estoy juzgando!).
VEREDICTO:
Como ya se dijo anteriormente, existe prácticamente una lista de todo lo que puedes esperar de una película de Quentin Tarantino; él tiene una fórmula y a nosotros nos encanta, pero resulta refrescante ver que aquí fue un poco más lejos, jugando con nuestras expectativas y entregando algo diferente, pero sólo lo suficiente para que no deje de sentirse como él. Si no te importa simplemente pasar tiempo con un grupo de personajes magnéticos, esta película es para ti. Los fans del director, por otro lado, no se la pueden perder por nada del mundo.
‘Había una vez… en Hollywood’ es posiblemente, la película más salvaje y, simultáneamente, relajada de Tarantino, al mismo tiempo que es su largometraje más gracioso y sorpresivamente conmovedor al día de hoy. De hecho, se nota que este es un proyecto que el buen Quentin quería llevar a cabo desde hace un buen tiempo, y verlo materializado finalmente en pantalla se siente tan catártico para él, como para nosotros.
CALIFICACIÓN: 4.5/5 estrellas.