Hacia el agujero de la crisis económica
Por
Aurelio Contreras Moreno
Uno de los
principales indicadores que avisaron sobre las devastadoras crisis económicas
que en el pasado han azotado a México ha sido el de la inflación.
De acuerdo con la
definición del Banco de México (Banxico), la inflación “es un fenómeno que se
observa en la economía de un país y está relacionado con el aumento desordenado de los precios de
la mayor parte de los bienes y servicios que se comercian en sus mercados, por
un periodo de
tiempo prolongado”.
El Banco central
señala que “cuando hay inflación en una economía, es muy difícil distribuir
nuestros ingresos, planear un viaje, pagar nuestras deudas o invertir en algo
rentable, ya que los precios, que eran una referencia para asignar nuestro
dinero de la mejor manera posible, están distorsionados”.
“Cuando se presenta, nos damos cuenta que la
cantidad de dinero que veníamos administrando tiempo atrás, ya no nos alcanza
para comprar lo mismo que antes y esto nos afecta a todos: amas de casa,
empleados, productores, ahorradores, inversionistas, empresarios, etc. Y sobre
todo a los que tienen menos dinero y acceso a los servicios financieros”,
advierte el Banxico.
Además, explica que “existen varias causas que
pueden desencadenar este fenómeno inflacionario. Sin embargo, la principal es
generada por los excesos de dinero circulando en manos de la población que, al
sentirse con más recursos, incrementa sus gastos generando una mayor demanda de
bienes y servicios en la economía cuando la capacidad productiva del país no
está en posibilidades de cubrirla, provocando escasez y aumentos en los precios”.
Este jueves, el subgobernador del Banxico,
Jonathan Heath, confirmó lo que los ciudadanos de a pie ya habíamos notado en
nuestras compras de despensa, en las cuentas de la quincena y en general en
nuestros bolsillos: el dinero que ganamos ya no nos alcanza, pues los precios
han subido exorbitantemente debido a que el país está inmerso en una espiral
inflacionaria. Pero no cualquier espiral.
Heath alertó sobre que la inflación rebasará
el 7 por ciento para el mes de diciembre, con lo que se registrará la mayor
variación de precios a la alza de las últimos dos décadas.
Para darse una idea de lo que esto
representa, el objetivo inflacionario que se planteó el Banco de México para
2021 era de 3 por ciento. Para octubre, llegó a 6.2 por ciento; en noviembre se
alcanzará el 6.8 por ciento y en diciembre las estimaciones colocan la
inflación entre 7.1 y 7.3 por ciento. Más del doble de lo calculado
inicialmente.
La última vez que
la inflación creció en estas proporciones fue en abril de 2001, cuando registró
una variación anual de 7.11 por ciento por un alza en los precios de los productos
agropecuarios. Y el antecedente inmediato de una escalada de fuerte impacto sucedió
en diciembre del 2017, cuando el gobierno determinó la liberalización de los
precios de la gasolina. Episodio conocido como el “gasolinazo”, que provocó
escasez y hasta un riesgo de desestabilización social.
Pues en ese
entonces, la fluctuación del Índice Nacional de Precios al Consumidor fue de
6.8 por ciento. Por debajo de lo que nos espera para el mes venidero de
diciembre.
Baste ver cómo hoy
los precios de los alimentos, de los productos no perecederos y hasta de los servicios
relacionados con las leyes de la oferta y la demanda están por las nubes. Para
el cierre de año, el panorama económico es de terror.
El mismo Jonathan
Heath lo admitió durante su participación de este día en la Convención Nacional
del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas: “realmente es un
problema bastante grave. Significa sin lugar a dudas que estamos enfrentando el
problema de mayor inflación de los últimos 20 años”.
Prueba innegable de
que regalar dinero sin ton ni son, sin generar riqueza ni desarrollo, y además
derrocharlo en obras faraónicas inviables, es un camino probado al agujero de
la crisis económica, en la cual los más afectados son siempre, sin falla, los
más pobres. De esos que la “4t” ha creado por millones en tres años.
Los destructores
La lamentable
situación por la que atraviesa el Centro de Investigación y Docencia Económicas
(CIDE) nos marca la ruta que el régimen de la mal llamada “cuarta
transformación” seguirá para asaltar las instituciones de educación superior,
imponerles sus prejuicios y taras ideológicas y aplastar la libertad de
cátedra, expresión y pensamiento con desplantes autoritarios y purgas
totalitarias.
Los ataques contra
la UNAM no han sido casualidad. Hacia allá se dirigen.
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@yeyocontreras