HAMBREADORES DE LA SALUD
HAMBREADORES DE LA SALUD
Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
El escándalo de los medicamentos para el
tratamiento de niños con cáncer embodegados y dejados caducar por la Secretaría
de Salud de Veracruz es tan grave como aquella acusación que se hiciera al
gobierno de Javier Duarte de Ochoa de inyectarles agua.
La única diferencia es que mientras la denuncia
contra Duarte hecha por el entonces gobernador Miguel Ángel Yunes Linares nunca
se terminó de comprobar fehacientemente, en este caso ha sido el propio
gobierno federal el que encontró y señaló la atrocidad cometida en la
dependencia estatal que hasta el jueves pasado encabezaba Roberto Ramos Alor,
uno de los peores funcionarios que ha pasado por la administración pública veracruzana.
Y mire que esa competencia está dura.
El Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi)
encontró 884 mil medicamentos oncológicos almacenados por la Secretaría de
Salud con una “caducidad menor a nueve meses”. O sea, a punto de caducar o ya
inservibles.
Y no lo reportó en un informe ultrasecreto al
que solo espías podrían haber tenido acceso. Lo publicó en sendos comunicados
que se encuentran en su sitio web, alojado en el de la Presidencia de la
República.
“El almacén central se encuentra rebasado en su
capacidad y tiene gran volumen de medicamentos oncológicos y de alto costo”,
subrayó el reporte que incluye la información que incrimina a Ramos Alor y a
otros funcionarios de la Secretaría de Salud.
“En el almacén central de abasto de Xalapa se
encontraron 884 mil 822 piezas de medicamentos con caducidad menor a nueve
meses”, enfatizó y agregó que la administración del almacén estatal trabajaba
en las gestiones necesarias para ver qué medicamentos estaban próximos a
caducar.
A su vez, en el mismo comunicado se cita a la subdirectora
de Planeación de Suministro de Medicamentos y Material de Curación del Insabi,
Sandra Paola Arellano Cruz, quien destacó que se hizo un rastreo de claves de
medicamentos oncológicos, especialmente de etopósido y cisplatino, de las
cuales no hay coincidencia en el inventario electrónico con las piezas en
físico. Y agregó que durante una inspección al Hospital de Alta Especialidad de Veracruz se corroboró
que aproximadamente 139 claves que ahí faltaban se encontraban en el almacén
central de Xalapa.
El mismo día que explotó la bomba, Ramos Alor fue
echado… más no defenestrado. El alfil de Rocío Nahle -la zacatecana secretaria
de Energía que quiere ser gobernadora de Veracruz- fue “despedido” casi entre
lágrimas por el gobernador Cuitláhuac García, quien aceptó la renuncia de su
“querido amigo y correligionario”. Le faltó mencionar la palabra “cómplice”.
Ramos Alor, a su vez, anunció que se regresa al
sur de Veracruz para estar cerca de su “grupo político”. Esto es, para hacer
“grilla”. Ya hasta algunas plumas pagadas por el régimen –de ésas que el propio
régimen dice que “ya se les acabó el ‘chayote’- lo andan promoviendo para una
diputación federal. Y lo peor es que eso podría llegar a suceder. Para la “4t”,
entre más corrupto, mejor.
Dentro de la Secretaría de Salud afirman que
Ramos Alor solo era un “florero” que no tenía mayor injerencia en las
decisiones sobre los movimientos financieros y los negocios de la asignación de
contratos y compra de medicinas e insumos médicos. Y que en realidad la
responsabilidad –que se estaría buscando encubrir- recae en el director administrativo,
Jorge Eduardo Sisniega Fernández, quien sería operador, para no variar, del
poderoso subsecretario de Administración y Finanzas y primo hermano del
gobernador, Eleazar Guerrero Pérez. El mismo que encabeza la asociación “Unidos
Todos”, organismo fachada para saquear el erario.
Todo ese grupo de “hambreadores” de la salud –que
en lo único que piensa es en las próximas elecciones y tiene a Veracruz sumido
en un desastre total- lo que merece es la cárcel. Y sería bueno que recordaran
que Duarte no creía que le tocaría, hasta que el destino lo alcanzó.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras