Hay tradiciones que vale la pena preservar
Linda Rubi Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Esta columna está escrita con emoción y a la vez con mucho respeto, debido a que estamos en los días de Todos Santos y Fieles Difuntos, celebración que ha marcado nuestro origen como pueblo emanado de la mezcla de culturas, de la tradición católica así como de la prehispánica. Lo cual me insta a defender como muchos mexicanos las raíces de nuestra tierra.
El origen de nuestra celebración data desde las culturas maya, totonaca, purépecha y mexica. La esencia en aquella época era representar el renacimiento posterior a la vida terrenal, y se festejaba en el noveno mes del calendario mexica. Hoy en día esta tradición es una mezcla multicultural y su duración es variable dependiendo las diferentes regiones del país, pero en nuestra zona cafetalera comienza el 28 de octubre para venerar a nuestras mascotas, la cual viene del rito al perro xolozcuintle, el cual ayudaba a las almas de los difuntos a cruzar el río Chiconahuapan y así llegar al Mictlán. Es decir, desde antaño se consideraba a la pérdida de nuestras mascotas como una pérdida real, pero en la que el vínculo de fidelidad permanecía más allá de la muerte.
Para el 29 de octubre, recordamos a quienes fatídicamente se nos adelantaron en el camino natural de esta vida, mientras que el día 30 se venera a los niños que mueren sin el bautismo. El día 31 se recuerda a los muertos en la etapa infantil; mientras que el 1 de noviembre ofrendamos a todos los adultos. Finalmente y como la tradición ha marcado, el día 2 lo dedicamos para visitar el cementerio.
El eclecticismo en cuanto a la infinidad de formas de celebración hacia nuestros ancestros nos hace únicos con respecto a otros países, y por ello creo que debemos luchar por que prevalezcan a través de nuestros hijos.
Sin embargo, debido a la corriente globalizadora que tiende a unificar a las culturas en una que todo lo ve como mercancía, me parece importante mantenernos como cultura endémica así como a las tradiciones que nos forjan como personas. Porque si perdemos estos detalles, a la larga perderemos nuestra esencia como mexicanos.
Por ello, espero amigos lectores que luchemos contra lo externo que en lugar de enriquecernos termina siendo hostil, y defendamos lo que tenemos a la mano, pues de ahí venimos. Eso debe ser una tarea general y no sólo cuando la selección nacional juega contra otros equipos, pero bien podríamos iniciar en estas fechas, las cuales son toda una fiesta de olores, sabores, luz y color. Recordemos a quienes han partido ya, pero con la alegría que siempre caracteriza a nuestro pueblo.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.