HIPÓLITO RODRÍGUEZ 115 DÍAS DE IMPUNIDAD. AHUED, TAPADERA
HIPÓLITO RODRÍGUEZ 115 DÍAS DE IMPUNIDAD. AHUED, TAPADERA
Línea Caliente
Por Edgar Hernández*
De
poco sirve hablar que vivimos otros tiempos y que los morenos no permiten –como
en el pasado- la impunidad, ni la corrupción, cuando en los hechos son peores.
El
caso de Hipólito Rodríguez, ex alcalde de Xalapa, es el mejor ejemplo de corrupción
asociada con la impunidad.
Luego
de un mandato corrupto, comprobado incluso por la propia administración que
desde el primero de enero encabeza Ricardo Ahued, en la que quedó al
descubierto el nepotismo en favor de sus propios hijastros, las transas en las
luminarias, los desvíos millonarios en el área turística del ayuntamiento, el
saqueo, también millonario, del organismo del agua –CMAS- y cómo se pactó favorecer a la sobrina de la
diputada Ana Miriam Ferraez, Mariana Ferraez Cortés, en la adjudicación directa
de luminarias, nada ha pasado.
Ni
hay adelantos de indagación, rendición de cuentas hechas públicas ni
revelaciones sobre el quebranto financiero del ayuntamiento. A 116 días de
haber dejado de cabeza a la ciudad, Hipólito Rodríguez, se pasea por el centro
histórico como si no debiera nada.
Los
subejercicios que se tradujeron en regreso anual millonario del presupuesto más
que señalarlo, ha sido objeto de reconocimiento de sus compinches.
El
desdeñar el biodigestor autorizado –bastaba simplemente ir a tramitar los 60
millones de dólares entregados por el BID a Banobras- que acabarían con el
problema de la basura y sus efectos contaminantes, simplemente por ignorancia y
por joder a Américo Zúñiga, fue desdeñado.
Y la
cultura, como dice el Peje, se la llevó el carajo de la mano de la Atenas
Veracruzana.
A la
par, la Ciudad de las Flores, que tanto lustre dio a la capital por décadas, se
convirtió en la ciudad de los baches y los 196 parques y jardines medio
empiezan a revivir gracias a la nueva administración luego de estar cuatro años
en el abandono.
Hipólito
Rodríguez, a quien nunca gustó bañarse, fue fiel a su estilo de mantener la
ciudad fea, sucia, maltratada, sin pintura en los edificios públicos, con los
museos y estatuas en el abandono y, lo más elemental, sin agua, desorden urbano
y una policía y tránsito abusiva, sin medida ni freno.
Y
con la pena.
Ricardo
Ahued, atado de pies y manos por el Bola #8, poco se atreve a “barrer para
atrás”. No quiere pleitos con Cuitláhuac. Se conforma con que le dé para unas
“obritas” a cambio de que el predial se lo quede gobierno.
Su
gobierno es de promesas y, si bien le echa ganas, en eso de barrer las calles y
tapar uno que otro bache, es indiscutible que los mil 663 millones de pesos de
presupuesto del ayuntamiento, no los puede ejercer porque buena parte se va a
la gran bolsa que ministra finanzas para los procesos electorales.
Menos
para presionar a ORFIS, a que entregue la carpeta de las rapacerías de
Hipólito, de sus desvíos millonarios y las aclaraciones acerca de dónde
quedaron los dineros de las obras fantasma.
¿Sigue
funcionando la ciclovía que tuvo un costo de 14 millones de pesos por pintar
unas rallitas verdes y amarillas de precaución en un centenar de calles hoy
taponadas con autos y negocios ambulantes?
Podrá
hacer Ahued lo que pueda en la ciudad tratando de no meterse en líos con sus
patrones, pero lo único que no puede es pasar como cómplice o tapadera de Hipólito
a quien la ciudad le trae hambre.
Ello
máxime si aspira, como lo ha dicho, a ser el candidato a gobernador por encima
del hándicap que traen Rocío Nahle, “Gutiérritos” y el Bola #8, que son más
estirpe de Morena, que Ahued, quien viene del PRI.
Tiempo
al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo