Entre Columnas

Imaginación y nuevas formas.

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Martín Quitano Martínez.

mquim1962@hotmail.com

 

En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.

Albert Einstein (1879-1955)

 

 

Las actuales manifestaciones de indignación y protesta sobre el caso de los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, son unas más de las movilizaciones que nacen del hartazgo de situaciones originadas por la componenda, la omisión, la ineficiencia, la impunidad que se ha hecho recurrente en nuestra vida presente, pero que sin duda han sido forjadas a lo largo de una historia que tiene constructores con nombre y apellido, respaldada por grupos de interés como hacedores de una realidad mexicana que duele pero que a ellos les ha beneficiado.

La violencia vista ahora, proviene de las cloacas de los grupos de poder enmarañados entre oficiales y delincuentes, y abre la pestilente entrada al infierno a más mexicanos que se incorporan a vivir lo que ya padecen amplísimos grupos sociales que se debaten entre la pobreza, la ignorancia, la violación de los derechos humanos, el abuso y el abandono.

Lo más angustiante es observar un espacio nacional enrarecido, dislocado, sin  otro rumbo que no sea el discurso fácil, la pose banal, reforzando la pesadumbre de no encontrar asideros que corrijan una situación que reclama soluciones inmediatas, ausente de acciones y mensajes claros y definitorios.

Se requieren actos que construyan confianza, que restauren el tejido social tan frontalmente atacado, lastimado; urge la definición de nuevas formas de comportamiento de los gobiernos, se requieren pruebas fehacientes de que existe la voluntad y el compromiso para cambiar esta situación.

Para conseguirlo será necesario empujar desde una sociedad que reivindique sus reclamos también con nuevas formas, con imaginación, con la fuerza que da tener la razón frente a actos como el de Ayotzinapa y muchos más, que envilecen nuestras vidas, que son el referente de un quehacer público al cual hay que señalar, castigar y cambiar.

La imaginación proactiva debe de ser la condición para un movimiento de la sociedad que trascienda la manifestación catártica de la consigna, y más aún la violencia -dizque revolucionaria- de quema y destrucción. Debemos pasar a una organización ciudadana que plante cara a la violencia y al crimen de los poderes legales y facticos que han puesto de rodillas al país, con nuevas formas de protesta que reprueben los fanatismos, que acentúen la diferencia frente al comportamiento de los que quieren que el llano arda, que la paja seca se incendie.

La protesta tan urgente, tan necesaria,  debe marcar la diferencia al hacer lo correcto, dejando de ser partícipes de la ilegalidad donde se procrean y fortalecen los que tanto señalamos como  beneficiarios de la impunidad; hacer lo correcto es cumplir con el ejercicio ciudadano de participar, exigiendo que se cumplan las leyes, que se recompongan las que nos lesionan; hacer lo correcto es impulsar el diálogo que abra posibles transformaciones, es no ceder e impedir la intolerancia y los fundamentalismos; hacer lo correcto es decir la verdad, porque ahora la verdad es la acción más revolucionaria que existe.

 

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

¿No es más fácil encontrar a 43 que a 2? Ojalá que reluzca la “inteligencia oficial”.

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