INICIO DE AÑO, AUNQUE UN POCO AVANZADO
INICIO DE AÑO, AUNQUE UN POCO AVANZADO
Martín Quitano Martínez
“La descomposición de un gobierno comienza
por la decadencia
de
los principios sobre los que fue fundado”.
Montesquieu
Las noticias de principio de
año no son, en lo general, buenas para nuestro país. Más allá de entender lo
difícil de las condiciones que prevalecen nacional y globalmente y por ende
asumir que las complejidades definen derroteros que deben ser atendidos con
razones que brinden salidas y trasciendan el espacio de las quejas, no deja de
resquebrajar el ambiente de optimismo que se plantea con cada inicio de año,
que su supone ha acompañado en este primer mes que casi termina.
Remembrando el ofrecimiento de
los 15 minutos para resolver Chiapas, la banalización gubernamental con que se
presentan los problemas sociales, estructurales y de inseguridad, hacen mayor
crisis frente a la falta de seriedad para decir con verdad a la sociedad que la
situación es compleja y requería y
requiere de tiempo, claridad y suma de esfuerzos, independientemente de la
retórica de un solo protagonista, por muy poderoso que este sea.
Somos testigos de que la
versión repetida las mañanas de los últimos cuatro años, de que con la palabra
y los caprichos de una persona, todo mágicamente cambiaría, no ha dado buenos resultados.
Los problemas que se vivían y que motivaron en muchos ciudadanos el anhelo de reforzar
la necesidad de un cambio, siguen ahí, incluso aumentados. La esperanza prometida
para una transformación que conquistó a millones, se desvanece frente a la
realidad terca, que no obedece los dictados de palacio, único lugar donde se
genera la verdad oficial que no puede refutarse y mucho menos se plantea autocríticas.
El camino empedrado es asumido
con una lógica cuasi religiosa de redención que no entiende la naturaleza del
servicio público, la necesaria humildad de mirarse desde ojos distintos, desde
espejos que no presenten la o las imágenes que se desean sino las que existen
afuera y son vividas por millones.
Los discursos machacones, las
frases reiteradas, dichas desde hace años pierden fuerza; han agotado a
sectores que se aferraban a ellas, ávidos de encontrar cómo romper con los años
de cinismo, corrupción y arbitrariedad que establecían un México profundamente desigual,
arbitrario e injusto forjado por un modelo de quehaceres económicos y políticos
que subordinaron los esfuerzos, las luchas y logros de un espíritu democrático
que, a empujones, impulsó y construyó ideas e instituciones.
Iniciamos el 2023 con la
confirmación de una derrota moral de las banderas que enarbolaron y les
abrieron espacios determinantes al actual grupo en el poder. Las promesas
incumplidas sobre la atención de hechos y situaciones heredadas; el discurso triunfador
que, vacío de sustancia, se ha ido convirtiendo en otro más de los ofrecidos en
las campañas de antes y ahora, de esas en las que se promete asumiendo que no
se cumplirán pero sirven para arribar al poder.
Iniciamos el penúltimo año del
actual ejercicio público y político, con más pendientes y desaciertos, pero con
un mandatario demasiado orgulloso de su relevancia para el presente y futuro del
país, seguro de que él y solo él, sin necesidad de nada ni nadie, podrá
resolver todos los males. Una verdad despótica que se enseñorea en el
convencimiento de la propia trascendencia, la soberbia del hombre que dice estar
destinado a ser parte inigualable de nuestra historia.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Cuando aceptar un
plagio se parece tanto a una derrota moral.
twitter: @mquim1962