Inminente reapertura y ciudades que nunca cerraron
Rúbrica
A la memoria de Alejandro Contreras Moreno
Por Aurelio Contreras Moreno
Tal como lleva semanas anunciando, este lunes el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que “ya vamos de salida” de la emergencia por la covid-19 y que “ya nada más es esta semana” la que queda de la Jornada Nacional de Sana Distancia decretada a partir de que inició la fase 3 de la contingencia.
La urgencia de reactivar la actividad económica es indiscutible: el propio López Obrador admitió que se han perdido aproximadamente un millón de empleos durante la etapa más crítica de la pandemia en México, mientras que las proyecciones sobre la economía en los meses por venir son dramáticas. Tanto por los efectos de la paralización de las actividades productivas como por varias pésimas decisiones tomadas en ese sentido.
En el entorno presidencial saben bien que el desplome económico y en la calidad de vida de las personas muy fácilmente se puede traducir en repudio electoral, así que pareciera que están dispuestos a asumir el riesgo de un rebrote de contagios con tal de echar a andar como sea la planta productiva.
Por ello el optimismo oficialista -que raya en la irresponsabilidad- de las últimas semanas, en el que constantemente se repite la cantaleta de que ya se “aplanó” la curva de contagios, mientras sus propios números indican lo contrario: al corte de este lunes, hay 71 mil 105 casos confirmados de covid-19 en el país -que ya sabemos que corresponden solo a una pequeña muestra de los casos reales-, y siete mil 633 muertos.
El índice de letalidad de la covid-19 en México -de 10 por ciento, tomando como base los mismos datos del gobierno-, es de los mayores del mundo. Y el número de fallecimientos seguramente rebasará esta misma semana los ocho mil que estimó como máximo hace unas semanas el subsecretario Hugo López Gatell, a quien cada vez que sus proyecciones fallan le sacan de la manga algún artilugio propagandístico, al grado de querer convertir en “pop star” a un gris burócrata que nunca había destacado ni medianamente en todos sus años en el servicio público.
Más allá de eso, las intentonas de reapertura social y económica del gobierno son realmente preocupantes. Tanto, que cuando anunciaron que se abrirían por completo más de 200 municipios “de la esperanza” –electorera, por supuesto- en los que no se registran contagios –lo cual, dado el sistema usado para monitorearlos, no garantiza que los mismos no existieran-, en estados como Oaxaca y en el propio Veracruz, las autoridades locales –municipales, sobre todo- se negaron a incorporarse así como así a esa eufemística “nueva normalidad” por decreto y mantuvieron el confinamiento e incluso el cierre de sus límites territoriales a personas ajenas a sus comunidades.
Sin embargo, en muchas otras ciudades medias y grandes del país, el distanciamiento y la inactividad pública son meramente discursivas. De Tijuana hasta Veracruz, la gente está a puñados en las calles, con apenas unas pocas medidas de seguridad, haciendo enormes filas para realizar compras o hacer trámites, viajando en transporte público atiborrado y hasta retomando las reuniones y las fiestas en alta escala, con grupos musicales en vivo y francachela a todo vapor.
Y ello es el resultado de la falta de información confiable y precisa, de la ambigüedad de un gobierno más preocupado por lo político que por lo realmente social, y de la voracidad de empresarios carroñeros como el favorito de la “4t”, Ricardo Salinas Pliego, que se creen con autoridad para pendejear a la población porque no les está dando a ganar dinero. Miserables.
Los resultados no tardaremos en verlos. De manera muy cruda.
Agradecimiento
A los lectores y editores de la Rúbrica, gracias por su paciencia y comprensión en estos días de silencio. Aquí estamos de regreso.
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