JONÁS
JONÁS
Jonás, el hebreo rebelde y desobediente que
prefirió desviarse del camino para eludir su trabajo. En Jafa se embarcó con
destino a Tarsis; pero Yavé sopló un fuerte viento provocando tenebrosa
tormenta, se vio en serios problemas y el miedo a la muerte lo acompañaba, fue
arrojado al mar por los marinos, pero aún más, tragado por un pez, fue entonces
que se acordó de Dios y oró para que fuera expulsado por el animal acuático.
Entonces Yahvé le ordenó por segunda vez que debería de predicar a los
ciudadanos de Nínive.
En
la vida cotidiana a menudo se hace presente Jonás, cuando alguien elude su
trabajo, algún compromiso, promesa o cualquier responsabilidad que contrae con
la otra parte. Cierto es que todo trabajo tiene un grado de dificultad, sin
embargo, la mayoría de la media, intenta eludirlo, darle largas a la
responsabilidad, de esa manera solo se consigue pérdida de tiempo y se gasta
energía innecesaria, angustias, desesperaciones, se cultiva la pereza o
incertidumbres que conducen a un estado de estrés o profundas preocupaciones,
finalmente, no hay porque darles tanta vuelta, válgase la expresión, como
rezaba el anuncio de la sección amarilla de teléfonos de México, “Ahorre
tiempo, dinero y esfuerzo”.
Jonás
rehusó a cumplir su trabajo, tuvo temor de enfrentarse con su palabra ante los
habitantes de Nínive, quienes estaban convertidos en gente prepotente,
vanidosa, orgullosa y pecadora, desafiando con esas conductas el poder divino
de Dios. Prefirió aventurarse por otra dirección que lo alejó a muchos kilómetros
de distancia. Sufrió la ira de Yahvé, el desprecio de los marineros, estuvo a
merced de la furia del mar ¿Para qué? Al final, tuvo que obedecer y cumplir a
pie de la letra su misión, mejor lo hubiese hecho desde la primera vez se
habría ahorrado muchas turbulencias que pusieron en riesgo su vida. En sí vivió
en el vientre de la ballena una especie de muerte y resurrección que lo renovó,
esa fue la lección divina que recibió para comprender que era un profeta y
debería de llevar la palabra a donde la necesitaban.
El trabajo se debe de enfrentar con optimismo,
disfrute y alegría, sin importar los problemas que se presenten, son parte del
mismo, finalmente se obtiene paz interior, satisfacción por cumplir una diaria
responsabilidad, el hombre se inviste de dignidad, se siente útil y su conducta
se aprecia y reconoce, de esa manera siempre será un mejor ciudadano tal y como
lo exige la sociedad.
rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx.