JUNTOS POR LA BÚSQUEDA DEL BIEN COMÚN
JUNTOS POR LA BÚSQUEDA DEL BIEN COMÚN
Pbro.
Juan Beristain de los Santos
La fe y la búsqueda del bien común van de la mano. Las condiciones favorables para vivir con dignidad cada día se llaman bien común. Las circunstancias
adversas que se viven durante este tiempo
de crisis no pueden dejar tranquilo al discípulo de Jesucristo. Él mismo siempre tuvo como programa de vida atender a todos los
necesitados de su tiempo y lograr que buscaran una vida digna con la implantación del Reino de Dios. El amor de Dios
y su pasión por el Reino de los Cielos empujaban
a Cristo para estar al pendiente de
cualquier necesidad de las personas que andaban vulnerables en la vida. Muchos pasajes evangélicos nos refieren la gran capacidad de respuesta de Jesús para dar
su vida por la gente más necesitada; él entregó su vida en la cruz para la salvación eterna y lograr una vida más
plena para todos los hombres y mujeres de cada país y sociedad.
El
creyente necesita imitar a su maestro en su programa de vida. El cristiano solo y sin fe no puede hacer mucho por los
demás. Es imprescindible que celebre
una fe y la transforme en oración, para que pueda hacerla realidad en favor de las personas más vulnerables. Por
eso, santa Edith Stein recomienda poner
la fe y la vida en el árbol de la cruz: “Gracias al poder de la cruz puedes estar presente en todos los lugares del dolor a donde te lleve la caridad compasiva, una caridad que dimana del
Corazón Divino, y que hace capaz de derramar
en todas partes su preciosísima sangre para mitigar, salvar y redimir”. El poder del amor en la cruz hace posible
estar con los excluidos y marginados para darles esperanza de vida y aliento en todo momento.
Siempre
tendremos la posibilidad de acabar con el incremento del número de personas cada vez más pobres. No hay
programa de promoción humana que haya
podido reducir la cantidad de personas que necesitan del apoyo integral. Los cristianos estamos llamados a socorrer
y a buscar el desarrollo de muchas personas
que sufren en carne propia la pobreza y la exclusión de las riquezas. Los cristianos con su fe en Cristo deben
inspirarse en la cruz para poder decir con
el corazón: “Te saludamos, Cruz Santa, única esperanza nuestra. Así lo decimos en la Iglesia, cuando vivimos un
tiempo de sufrimiento, que es bueno que nos dediquemos a la contemplación de los amargos sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo”. La cruz de
Cristo nos hace y nos hará personas nuevas para luchar por la justicia y la paz.