¿JUSTICIA POR PROPIA MANO?
¿JUSTICIA POR PROPIA MANO?
Ojo
por ojo y el mundo acabará ciego.
Mahatma Gandhi
Los
sentimientos de miedo y odio entre los que pareciera que estamos viviendo, son emociones
que se vuelven signo de los tiempos que hoy atraviesan a nuestra nación. Temores
que justifican cualquier respuesta, Resentimientos derivados de arrastrarnos
por las revanchas, sean individuales o colectivas. Gritos, actos de colectivos
que suman individuos hartos y desesperanzados, saturados de solo mirar los
hechos cotidianos que lastiman y con ello se justifican acciones que sin duda
ponen luces rojas ante la posibilidad de respuestas bárbaras.
Apenas
el pasado 10 de junio en la comunidad de Papatlazolco, municipio de Huauchinango,
Puebla, un joven que, sobre la base de rumores y temores es asesinado por una
turba que lo retuvo, lo juzgó y lo sentenció a morir a golpes y ser quemado;
algunos dicen que aún estaba vivo cuando le prenden fuego. Su delito: ser
señalado como sospechoso de ser robachicos.
El
evento trágico y repulsivo, tal vez atraiga la nota periodística unos cuantos
días. Después será otro evento de los más de 50 en los últimos 4 años, donde el
pueblo toma la decisión superior de cobrar “justicia”. Este será otro evento
que muestre las deficiencias que se viven cotidianamente, que nos enfrenta a
responder si estamos mejorando nuestro sistema de justicia y seguridad, si
estamos avanzando institucionalmente en la impartición de justicia, en el
entendido de que la sociedad lo reconozca o no.
La
vida arrebatada a un joven que no tenía nada que ver con hechos delictivos, según
la información que se ha hecho pública, evidencian que el “pueblo” se equivocó
y cometió un asesinato brutal contra un inocente. Ha habido otros casos, y seguramente habrá
más ante la presunción social de que en nuestro país la justicia, o no existe o
simplemente no se ejerce. De muestra sirven los altísimos niveles de ilegalidad
registrados por la organización Impunidad Cero.
“En México de cada 100 delitos que se
cometen, solo 6.4 se denuncian; de cada 100 delitos que se denuncian, solo 14
se resuelven. Esto quiere decir que la probabilidad de que un delito cometido
sea resuelto en nuestro país es tan solo de 0.9%. De este tamaño es la
impunidad en México. A estas cifras responde la baja confianza que reportan los
ciudadanos hacia los ministerios públicos y procuradurías estatales, solo el
10.3% de las personas dice confiar mucho en estas instituciones”.
El ambiente de descrédito de nuestras
instituciones de seguridad e impartición de justicia genera condiciones de
violencia que se incrementan. No es nuevo, pero será siempre urgente, y se
requiere forjar líneas y acciones ante ello.
Claramente estamos muy lejos aún de
lograrlo, si el hecho de Huachinango fue para “prevenir” el robo de niños.
Igual un hecho reciente en Jalcomulco, Veracruz, donde también se linchó a un
presunto homicida sin mediar ningún proceso institucional, bajo el supuesto y
el temor de que pudiera quedar libre.
Los
puntos de coincidencia están en la disposición colectiva a consumar justicia
por propia mano, haya o no pruebas o elementos suficientes. El punto se origina
y enmarca en la desconfianza social hacia sus instituciones, en el enojo.
También abona la idea de que “el pueblo” no se equivoca, que siempre tendrá la
razón. Solo haciendo justicia institucional pronta y expedita, salvaremos este
precipicio, donde la presunción de inocencia, el debido proceso legal, las
leyes o los marcos que nos rigen, continúan siendo solo retórica.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Sin duda, el
reconocimiento de matrimonios igualitarios es un gran avance.