LA AGENDA CONTROLADA
Entre Columnas
Martín
Quitano Martínez
twitter: @mquim1962
Todas las cosas están
sujetas a interpretación,
la interpretación que prevalezca en un momento
dado es una función del poder y no de la verdad.
Friedrich Nietzsche
En este país el control presidencial
de la agenda pública es total. Salvo breves momentos, la capacidad del
presidente para orientar de qué y cómo se habla, el tema que se discute
diariamente en México, es absoluto. Él determina el tono, los decibeles que
rigen y se instalan en el escenario nacional sobre la base de sus humores o
intenciones, de su juego político y su campaña permanente. De hecho, la prioridad
que otorga a “sus temas” parecen alejarlo de las responsabilidades de su
encargo, de ejercicios y acciones administrativas y de la toma de decisiones
que no acusan soluciones ante problemas profundos.
Allí está el debate de los
presidenciables del partido gobernante, la ya demasiado larga discusión con un
comunicador, el regodeo en los lugares comunes que recrean la imposición de un
discurso que sigue dominando y define crispaciones que “informan” las buenas
nuevas de los logros de una “transformación” de pañuelos blancos para promesas
y compromisos cumplidos, de reiteradas referencias a la felicidad de un
“pueblo” que reconoce los nuevos tiempos.
El desarrollo de esta
narrativa política, trazada desde el discurso de la transformación, sigue
siendo sólida, al dar continuidad a imaginarios construidos de sus años de
campaña, la cual no ha terminado con su arribo al poder y a casi 4 años de un
triunfo que reunió las esperanzas de millones para enfrentar y resolver muchos
de los pendientes. Los problemas
ofrecidos para solucionar, continúan o se han acentuado, dejando en claro la
brecha que existe entre la popularidad presidencial y el señalamiento de su
mala gestión en el ejercicio mismo de su gobierno.
Con más del 60% de aprobación en
casi todas las encuestas, también aparecen las negativas valoraciones sobre la
inseguridad y la violencia o de la maltratada vigencia del Estado de Derecho
con el reconocimiento de la impunidad y la arbitrariedad que siguen siendo
hondas preocupaciones. Lo mismo para la corrupción que sigue siendo un lastre
nacional real y de percepción ciudadana, confrontada con evidencias claras en
los círculos más cercanos del presidente.
Lástima que la inflación no se
controla con discursos, porque tenemos la más alta en décadas, con todos sus
sabidos efectos nocivos para la economía familiar, junto con la falta de
oportunidades de trabajo, del empobrecimiento evidente de cada vez más
mexicanos o de los problemas de salud y educación.
Este dominio de la agenda
nacional en una narrativa de confrontación permanente, es la causa del
incremento de la polarización social, lo que significa un asunto político de la
mayor relevancia y preocupación, cuando se delimitan las contradicciones
consustanciales a la democracia en posiciones de exclusión de los enemigos y se
recrudece el discurso simplificador, descalificador y prácticamente de
exterminio a quienes piensan diferente. De los traidores a la patria para los
que votaron en contra de la iniciativa de reforma eléctrica, habrá que esperar el
reforzamiento de la retórica descalificadora con la discusión de la iniciativa
electoral, para posicionarse como víctima, y tan solo estar con el “pueblo” o
contra él.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Dolor y rabia, dos periodistas más asesinadas.