La burbuja de la demagogia
La burbuja de la demagogia
Por
Aurelio Contreras Moreno
Si no fuera un signo crudo de una de las
muchas emergencias que se viven en México, el episodio movería a la risa
desternillante. Aunque sí es una prueba del nivel de desconexión de la realidad
en el que vive quien tiene en sus manos las riendas del país.
En su edición de este lunes, el periódico
Reforma publicó como su nota principal un informe de un organismo no
gubernamental, Frontline Defenders, en el que se da cuenta de que en lo que va
del sexenio de Andrés Manuel López Obrador han sido asesinados 56 activistas en
México.
Por esa razón, la ONG clasificó al país como
unos de los más letales para la defensa de los derechos humanos, de acuerdo con
lo expresado por Sandra Patargo, representante en México de Frontline
Defenders.
El tema obligadamente se presentó en el
transcurso de la conferencia matutina de este mismo lunes del presidente López
Obrador, quien para no variar arremetió en denuestos contra el rotativo, al que
acusó de que muchas de sus notas son “inventadas” y lo tachó de ser un “boletín
del conservadurismo”.
Acto seguido, el mandatario pidió al
subsecretario de Derechos Humanos,
Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, que
este mismo día presentara un informe sobre la situación y así dar “respuesta” a
los cuestionamientos.
Por la tarde
de este mismo lunes, el Mecanismo
de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación entregó el
informe que solicitó el Presidente de la República. Y vaya datos que arrojó.
Desde diciembre de 2018, cuando entró en
funciones la administración de Andrés Manuel López Obrador, a la fecha, han sido
asesinados en México no 56, sino 68 personas defensoras de derechos humanos.
Frontline Defenders se quedó corto en sus cifras de agresiones.
Pero los números rojos fueron más allá. En el
mismo periodo, fueron asesinados 43 periodistas en México, lo que es una prueba
irrefutable de que las condiciones para ejercer el periodismo en el país no
mejoraron un ápice con el nuevo régimen. Por el contrario, el asedio verbal que
cotidianamente se manifiesta desde la misma investidura presidencial es un
permiso tácito –y muchas veces totalmente explícito también- para agredir
reporteros, analistas, columnistas y a cualquiera que se atreva a ejercer su
libertad de criterio y a expresarla con libertad en los medios de comunicación
y las redes sociales.
No es gratuito que hasta periodistas
simpatizantes de la mal llamada “cuarta transformación” como Carmen Aristegui,
hayan criticado ejercicios perniciosos como el tribunal mediático llamado
“quién es quién de las mentiras de la semana”, en el que López Obrador se
dedica no a replicar o refutar noticias falsas, sino a “ponerle el dedo” a
medios, comunicadores, intelectuales e incluso a tuiteros que lo critican,
arrogándose además la “facultad” de decidir lo que es falso y lo que es
verdadero. Algo propio de regímenes autocráticos y antidemocráticos.
El informe aporta un dato adicional, aunque no
menos significativo: del total de las 111 personas asesinadas reportadas por
este órgano, nueve eran beneficiarias de las medidas de “protección” del propio
Mecanismo: siete reporteros y dos defensores de derechos humanos.
Pero desde la burbuja de la adulación y la
demagogia lo único que se ve son las incontables lenguas lamiendo
desaforadamente las presidenciales suelas.
¡Ponchado!
La Junta de Gobierno de la Universidad
Veracruzana hizo lo que le correspondía, mantuvo en la contienda por la
rectoría a quienes por lo menos sí forman parte de la comunidad académica y se
deshizo del advenedizo, quien en su berrinche todavía “exige” explicaciones.
Que lea la legislación universitaria.
Aquí la duda es, ¿qué harán quienes empeñaron
su prestigio profesional y académico para apoyar un proyecto político
impresentable y quedaron más “quemados” que el mar del Golfo de México en
tiempos de la “4t”?
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras