La catarsis
La catarsis
Por Pedro Peñaloza
“Cuanto más conservadoras son las ideas, más
revolucionarios los discursos”.
Oscar Wilde
El próximo domingo se realizará una consulta
popular. Un ejercicio que tiene un basamento democrático impecable. Sin
embargo, este ejercicio será un salto al vacío. Es llamar a definirse por un
galimatías, que implica dejar en la imaginación de los participantes los
motivos de la jornada. Es apelar al coraje y al deseo de justicia de muchas
asignaturas pendientes. Es trasladar las cuentas y las revanchas inconclusas.
Es acusar y posponer las pruebas.
Concurrir a la urna para definirse a partir de la
siguiente leyenda: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones
pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un
proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años
pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los
derechos de las posibles víctimas?”. Dicen que es una “cantinfleada”. Exijo
respeto al gran mimo, él era talentoso y no evasivo como los sacrosantos
jurisconsultos, autores de semejante pregunta.
Invitar a votar por esta farragosa interrogante es
la evidencia de que se intenta convertir este ejercicio democrático en una
caricatura. En términos específicos es el triunfo del cinismo y la desvergüenza
de radicales de ocasión, acostumbrados a “interpretar” los estados de ánimo de
las masas. Se juega con la energía de una población sedienta de ser escuchada
en un mar de simulaciones periódicas y de desmemorias cíclicas.
Agitar y propagandizar que votar por el “sí”
implica llevar a los tribunales a cinco expresidentes de la república es una
estafa de sus promotores. Es la falsificación de la realidad, es la trampa para
desviar la atención de los acuciantes problemas por los que atraviesa el país.
Los dos escenarios que se avecinan pueden ser
frustrantes para los simpatizantes de la afirmativa, porque en el hipotético
caso de obtener el 40% del padrón electoral (37 millones de votantes) y, por lo
tanto, conseguir que sea vinculante, no apunta hacia algún proceso penal de
ningún exfuncionario en concreto; y, en el supuesto de que no se cumpla el
requisito constitucional vinculante, la jornada será un simple grito al vacío.
Lo grave de una experiencia así, es que la fórmula
escogida le dio la espalda a la pedagogía de las preguntas concretas. Con ello,
queda claro que la SCJN “arregló” el desplante de AMLO para construir una
neblina. En realidad, ni el poder judicial ni el tabasqueño querían investigaciones
contra los expresidentes, quizá porque no tenían pruebas o porque no era ese el
pacto. Una comedia más, ahora catártica.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz