LA CIENCIA SE ENFOCA EN EVITAR LA PROGRESIÓN DE PARKINSON
LA CIENCIA SE ENFOCA EN EVITAR LA PROGRESIÓN DE PARKINSON
· Hay varias aproximaciones que explora la
comunidad científica, como sus formas genéticas: Aurelio Campos Romo
· La UNAM participó en un estudio que
trasplantó células dopaminérgicas en monos, en búsqueda de una terapia de
reemplazo
· El 11 de abril se conmemora el día mundial
de ese padecimiento
Ciudad Universitaria, CDMX
2025.- La enfermedad de Parkinson es la segunda de tipo neurodegenerativa más
frecuente en el mundo, solo después del mal de Alzheimer; se estima que más de
10 millones de personas viven actualmente con ella, según la organización
estadounidense Parkinson’s Foundation.
Cuando ocurre, las células
cerebrales que producen dopamina (llamadas neuronas dopaminérgicas) degeneran y
gradualmente mueren, en un proceso progresivo e irreversible, explica el
profesor del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM,
Aurelio Campos Romo.
A propósito del Día Mundial
del Parkinson, que se conmemora el 11 de abril en honor al natalicio de su
descubridor, el neurólogo británico James Parkinson quien en 1817 lo llamó
“parálisis agitante”, la Organización Mundial de la Salud señala que daña a una
de cada 100 personas mayores de 60 años, y se estima que para 2030 habrá 12
millones de pacientes con esta afección.
La prevalencia se ha duplicado
en los últimos 25 años. Proyecciones mundiales en 2019 indicaron que aumentó 81
por ciento a partir del año 2000 y causó 329 mil fallecimientos hace seis años.
De acuerdo con Campos Romo,
los estudios recientes para enfrentar la enfermedad de Parkinson se dirigen a
evitar su progresión. “Hay varias aproximaciones que explora la comunidad
científica, como en las formas genéticas de la enfermedad, que abonan a entender
la fisiopatología, es decir, qué causa este padecimiento” comenta.
También, subraya, se analiza
la alfa-sinucleína, una proteína neuronal que se acumula anormalmente en el
cerebro cuando hay esa afección. “Hay que tratar de detenerla, saber por qué se
acumula”.
Investigaciones sobre la
neuroinflamación y acerca de cambios en el metabolismo también se realizan para
anticiparse a la progresión, además de que hay hallazgos en neuroimagen y
resonancia magnética para identificar en etapas tempranas la disminución de
neuronas dopaminérgicas.
En tanto, el grupo de Campos
Romo e Iván Velasco (investigador del Instituto de Fisiología Celular)
participó por parte de la Universidad Nacional en un estudio que trasplantó
células dopaminérgicas en monos, en búsqueda de una terapia de reemplazo.
Como no podemos evitar todavía
que se mueran las neuronas, el objetivo es poner nuevas. No es una idea
original, se tiene décadas trabajando en diversas partes del mundo. En nuestro
estudio, elaborado el año pasado y donde colaboró un equipo español y colegas
del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez,
usamos células madre troncales embrionarias y las diferenciamos a neuronas
dopaminérgicas. Luego las trasplantamos al cerebro de un modelo animal, en este
caso el mono, para tratar de restablecer la conectividad, abunda.
Aunque tuvieron algunos
resultados positivos tienen que revisar asuntos éticos y legales, pues en
México no está legalizado como ocurre en España.
Actualmente, los
universitarios se concentran en mejorar las técnicas de diferenciación celular
para garantizar que obtengan solamente células dopaminérgicas, y no otras que
pueden producir tumores.
Sintomatología motora
Campos Romo, médico cirujano y
doctor en Ciencias Biomédicas, manifiesta: aunque el síntoma más conocido son
los temblores involuntarios, también son relevantes la rigidez y la
bradicinesia o lentitud en los movimientos voluntarios, la cual ocasiona
dificultad para iniciar un desplazamiento, que a veces está acompañada de
pérdida de equilibrio.
Le llamamos triada de
sintomatología motora porque juntas dificultan que el paciente se mueva.
Generalmente es en esta etapa cuando se conforma el diagnóstico, idealmente por
un neurólogo. Pero antes la persona enferma puede tener alteraciones del sueño
y del olfato, dolor, deterioro cognitivo, depresión y ansiedad, síntomas que
complican la detección temprana, pues también suceden en otras enfermedades,
asevera.
El especialista comenta que se
asocia con el envejecimiento, pero no es exclusivo de esa etapa de vida. En
menores de 40 años es poco frecuente, y la incidencia comienza a aumentar con
la edad. De 50 a 60 años tenemos anualmente cerca de 40 por ciento de enfermos
por cada 100 mil personas, pero después de los 70 afecta a aproximadamente mil
personas por cada 100 mil habitantes.
Tratamiento
La irreversible progresión es
lenta, y para que se presenten los síntomas se debe perder, en la sustancia
negra del cerebro, de 70 a 80 por ciento de las neuronas dopaminérgicas,
enfatiza el académico.
“Esto significa que hay una
muerte muy importante de neuronas antes de que haya sintomatología. Cuando esto
ocurre todavía nos quedan entre 20 y 30 por ciento de neuronas dopaminérgicas
vivas, que son a las que se dirige el tratamiento”, detalla.
Como la dopamina se oxida y es
un neurotransmisor que no se puede aplicar directamente en el cerebro para
ayudar a controlar el movimiento, aprendizaje, memoria y estado de ánimo,
generalmente se administra un tratamiento farmacológico basado en un precursor
de la dopamina llamado levodopa.
Atraviesa la barrera
hematoencefálica entre la sangre y el cerebro, ingresa a las células restantes
y empieza a producir más dopamina. Con esto se restituye por completo la
conectividad con ese órgano, con un resultado espectacular. Al estar bajo su
efecto se sienten mejor, informa.
El problema es que tiene una
ventana de cinco a 10 años de efectos favorables, pero como las neuronas
dopaminérgicas siguen paulatinamente muriendo, la levodopa ya no tiene dónde
seguir produciendo dopamina, concluye.
FUENTE: UNAM