La disputa por la UNAM
Pedro
Peñaloza
“Todo lo que se ignora, se desprecia”.
Antonio Machado
Hagamos un alto. Las reiteradas referencias del
ciudadano presidente a la Universidad únicamente ratifican sus anhelos por
intentar imponer su concepción en un espacio donde la diversidad de pensamiento
es la columna vertebral. ¿Acaso es nueva esta práctica? No, por supuesto que
no. Desde la obtención de su autonomía en 1929, la UNAM ha vivido episodios de
disputas y pugnas de distintas características. Y no podía ser de otra manera,
esta institución representa un espacio que no gusta a las minorías
privilegiadas.
El control y la mediatización son tareas que se
proponen sexenalmente. No solamente el gobierno, también los dueños del dinero
son promotores del pensamiento único, buscando sólo fuerza de trabajo acrítica
e incondicional. Es una batalla compleja.
¿Tiene derecho el presidente a opinar acerca de la
vida universitaria? Sí, sin duda. Sin embargo, sus posturas son simplistas y
producto de ignorancia o mala fe, o ambas. La Universidad no es un partido
político y tampoco una institución uniforme. Ahí convive y se recrea la
pluralidad. Hay de todo, es un espejo del país.
Es una universidad viva. Como lo fue con Sierra,
Vasconcelos, en el 68, el 71 y las diversas propuestas de los últimos años que
van de ataques a su autonomía, gratuidad, planes de estudio, violencia porril.
Está en constante cambio como lo mandata la dialéctica social. Apoya múltiples
movimientos. A las reivindicaciones feministas, indígenas, a los estudiantes
desaparecidos de Ayotzinapa, el respeto al sufragio y a la democracia,
etcétera. Es decir, interpelando al poder y a las hegemonías, sin que ninguna sea
dominante.
Pero, no perdamos de vista que la UNAM, no obstante
la competencia y la exclusión capitalista, sigue siendo el principal vehículo
de movilidad social y el quiebre generacional de muchas familias pobres. La
mayoría del estudiantado proviene de núcleos proletarios o de clases medias
precarizadas. Es ésta, su única oportunidad para acceder a la educación
superior. Y quizá, al complejo mundo laboral.
Entonces, ¿qué propósitos tiene esta andanada
presidencial? Puede tener dos resortes que se complementan: distraernos de la
crisis múltiple que vive el país e iniciar una ofensiva presupuestal, educativa
y política para imponer un modelo de control presidencial acorde a su ego y
autoritarismo.
Por supuesto que hay muchas cosas que se deben
cambiar en la UNAM ¿Queremos debatir en serio la forma de gobierno, el
presupuesto y darles voz a todos los sectores de la Universidad? Entonces
construyamos mecanismos colectivos de toma de decisiones, mas no se necesita un
iluminado que imponga su voluntad y rumbo.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz