LA ESCUELA DE CHICAGO
Dice el refrán: “No hay mal que por bien no venga”; los sapientes abuelos lo completaban recitando: “Todo lo negativo, lo tenemos que transformar en positivo”. Esto viene a colación, porque en el año septuagésimo primero, del decimonónico, la ciudad de Chicago, sufrió un desvastador incendio, cuyas llamas, ocasionaron muchas muertes y redujeron a cenizas más de veinte mil viviendas hechas de madera. Eso fue lo malo.
Lo bueno: en una acción de responsabilidad patriótica, llegaron a Chicago, Illinois, para rediseñar y construir toda la ciudad, varios arquitectos de renombre, surgiendo de ahí, una corriente arquitectónica llamada LA ESCUELA DE CHICAGO. William LeBaron Jenney, es considerado el padre de ese movimiento, el cual marcó una tendencia en el diseño urbano, ya que debido a la especulación de terrenos, los edificios se construyeron, con varios pisos de altura. Ahí le dan paso a los rascacielos.
En el despacho de los arquitectos Dankmar Adler —de origen alemán— y el bostoniano Louis Henry Sullivan, se crearon proyectos, con estructuras de acero, combinadas con otros materiales, asegurando siempre la incombustibilidad, ya que el trauma del fuego aún no se superaba. En la elevación de las fachadas, destacaba una moldura vertical entre las ventanas, haciendo notar lo soberbio e imponente de cada metro construido, que desde el suelo hasta la cresta, formaban la unidad armoniosa, sin ninguna linea discrepante. Sullivan repetía su lema “la forma sigue a la función”, hasta convertirlo en un axioma de la Arquitectura Moderna.
En ese despacho, le dan la bienvenida a un joven estudiante, que abandonó la carrera de ingeniería en la Universidad de Wisconsin, que a sus escasos 20 años y con la inquietud de aprender Arquitectura, se empleó como dibujante. Frank Lloyd Wright (nacido un 8 de junio pero del año de 1867), iniciaba al lado de dos grandes personajes, la realización de su más grande sueño, convertirse en el mejor arquitecto de los Estados Unidos.
Amigos, Frank Lloyd Wright, fue un visionario no solo de la arquitectura, sino de la vida, y nos dejó este legado: “Si la cosa sigue así, al hombre se le atrofiarán todos los miembros, salvo el dedo de apretar botones”. Cuánta razón.
¡Ánimo ingao…!
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz
El DJ les desea buen inicio de semana, y para alegrarlos, le pasa la estafeta al Sinatra.