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La esperanza: fuerza que impulsa a la familia

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La esperanza: fuerza que impulsa a la familia

Por I.Q. Sandra B. Lindo Simonín

La esperanza es una fuerza que impulsa conscientemente a mantener la motivación en los momentos difíciles o cuando nos proponemos alcanzar una meta.Es una  capacidad que se puede desarrollar y estimular, si corremos el riesgo de creer y le añadimos un poco  de valentía y voluntad.

La mejor forma de inspirar confianza, fe y esperanza en los demás es cuando ellos nos ven caminar con ilusión, nos observan proponernos metas y elaborar los planes necesarios para alcanzar los objetivos. Esto se convierte en la principal fuente de inspiración para los que nos rodean, encontremos un propósito en cada desafío que la vida nos presente.

Es imposible tener esperanza cuando uno no sabe qué es bueno, por eso, la mejor forma de contribuir con los demás para que tengan esperanza, es ayudarles a enfocarse en sus fortalezas para que dejen de sobredimensionar sus debilidades.

Es una tendencia humana no valorar aquello en lo que somos buenos, sino más bien darle demasiada importancia a aquello en lo que no somos muy eficientes. Cuando ayudamos a los que amamos a concentrarse en el desarrollo de sus potencialidades les estamos animando a tener esperanza.

Cada vez que encuentre en su cónyuge, hijos, amigos o compañeros de trabajo una fortaleza en la que sobresalen, dígales lo que piensa y refuerce su amor propio con palabras de admiración.

Una persona sin esperanza siente que no vale la pena intentar nada, y no se propone metas que lo muevan a la acción. Quien se plantea metas en la vida aumenta su nivel de motivación interna. Las metas nos obligan a ver hacia el mañana con buen ánimo. Quien tiene metas tiene expectativa y eleva su nivel de esperanza.

Cuando ayudamos a que los nuestros tengan sus propias metas ellos elevan su nivel de esperanza, porque les produce confianza y les genera ilusión. Matamos la ilusión por la vida cuando imponemos nuestras metas a los demás en lugar de ayudarles a descubrir su propia ruta a seguir.

Para inspirar confianza, delegue responsabilidades, aplauda los éxitos, y anime en los momentos difíciles a las personas que tiene cerca. Utilice palabras de afirmación, y hágales saber que serán capaces de lograr lo que se han propuesto. Todos necesitamos que los demás confíen en nosotros, esto eleva el nivel de esperanza.

Todos necesitamos buenas personas a nuestro lado, por eso debemos ser la persona correcta para los demás. Dos pueden más que uno, porque si uno se equivoca el otro le puede corregir; si uno se debilita el otro le puede afirmar; si uno cae, el otro le puede levantar; si uno duda el otro le puede afirmar; si uno llora, el otro le puede consolar; si uno se cansa, el otro le puede animar; si uno es atacado, el otro le puede defender.

Es en los momentos de adversidad donde se necesita la compañía de las personas que más amamos. Las que nos pueden ofrecer el hombro para llorar y nos dan las palabras de ánimo que necesitamos escuchar. Es en estos momentos cuando más se necesita de la familia y de los buenos amigos. Los tiempos difíciles se constituyen en los momentos de la verdad, donde muchos abandonan porque pierden la fe y la esperanza. Pero es en los momentos difíciles donde surgen relaciones fuertes y se afirma el amor que nos tenemos como familia.