La grotesca comedia
La grotesca comedia
Por Pedro
Peñaloza
“El poder
no corrompe; el poder desenmascara”.
Ruben Blades
1. Las anémicas promesas. Un
candidato enarbola la bandera de lucha contra la corrupción. Ese mismo
ciudadano, ya como presidente, se rodea de personajes de dudosa probidad. Se
pasea con ellos, los presume, los defiende y justifica su conversión. La magia
de su manto protector los exorciza de anteriores pecados. Es más, ya no existe
la “mafia del poder”, son sus asesores y los pasea con Trump.
2. El presidente olvidadizo. El
inquilino de Palacio Nacional, usa su púlpito matutino para insultar y golpear
a quienes cuestionan sus políticas. No recuerda las campañas de desprestigio
que se hicieron contra él cuando militaba en la oposición. Ahora, presume su
singularidad, se dice distinto a sus antecesores, aunque repite las liturgias
del viejo priismo con olor a naftalina.
3. El maquillaje distractor. Desaparece
al Estado Mayor presidencial, transforma Los Pinos en espacio de usos
múltiples, vende la flota área, se transporta (sólo en la CDMX) en vehículos
austeros y otras acciones de relumbrón. Como sello de su mandato, impone
personajes en algunos órganos autónomos, bajo la peregrina receta de que,
“prefiero 90% de honestidad y sólo 10% de experiencia”.
4. Militares para todo. Violando
su reiterada promesa de regresar a las fuerzas armadas a los cuarteles, el
tabasqueño empeoró la practica anterior, convirtiendo al país en un océano
verde olivo. Así, violenta las funciones constitucionales de las fuerzas
castrenses. El presidente decidió (con el apoyo de todos los partidos) crear un
Estado militarizado para encarar la inseguridad pública.
5. Pandemia e ineptitud. El
gobierno no ha sabido enfrentar los efectos del virus, ni con medidas de salud
y atención, ni tampoco con políticas económicas. Sus respuestas han sido
inerciales, sin entender la nueva realidad. La existencia de nuevos
desempleados, de pequeñas y medianas empresas quebradas, la formación de una
nueva masa de pobres extremos, todos han sido ignorados. Para el gobierno
lopezobradorista únicamente existe una fracción clientelar de pobres.
6. Lozoya como bandera electoral. Ante
la pobreza de resultados en sus políticas públicas, AMLO convierte a éste
personaje en un instrumento propagandístico para su discurso anticorrupción. No
importa que se violente el debido proceso, ni tampoco la presunción de
inocencia, ahora hasta el Fiscal General sale a la prensa a publicitar el
contenido de la denuncia de Lozoya, atropellando la secrecía de la carpeta de
investigación. Todos a escena.
Epílogo. La
mutación del candidato a presidente ha exhibido los resortes incapaces,
vengativos y torpes de quien concitó el entusiasmo de 30 millones. Sí, México
vive una grotesca y peligrosa comedia. Y lo que falta.
pedropenaloza@yahoo.com
Twitter: @pedro_penaloz