La huída
Juan A. Morales.
En el tráfico incesante del aeropuerto de Therán descienden de un automóvil dos mujeres con poco equipaje y corren hacía el mostrador de la aerolínea, pero dos niños que juegan interrumpen su marcha, la madre de los chicos, de manto y burka de rejilla, trata de controlarlos pero no puede con los perros de los guardias de seguridad que olisquean su equipaje, a pesar de todo, la señora se mantiene tranquila, en cambio el Ingeniero Obeth Serajim —que se vistió de mujer para huir con su amante Anrim Salgar— siente que se le sale el corazón, tirita y suda a un tiempo, la angustia lo ahoga y se aleja del mostrador porque lo matan los nervios. El trámite previamente solicitado es rápido y Anrim Salgar recibe un par de boletos <<Nos encontraremos en Dubai>> dice al hombre que camina tras la mujer porque presiente que algo malo está por suceder.
Conoció a la mujer apenas un mes atrás cuando fue a dar mantenimiento a la residencia del poderoso Omar Fatay y mientras trabajaba —Anrim Salgar, la esposa del magnate— salió desnuda del baño con el agua escurriéndole por la cabellera, se encerró en su alcoba y minutos después salió acicalada <<No recordaba que estaba aquí>> dijo, y a modo de disculpa lo invitó a desayunar, aunque le pareció extraño que no hubiera servidumbre el Ingeniero disfrutó de una buena vianda y más sorprendido quedó cuando vio la fotografía del millonario “¡Cómo nos parecemos!”, pensó y en los días siguientes la historia derivó en un apasionado romance. Aunque la obra concluyó Obeth Serajim siguió visitando la residencia hasta el día en que en pleno trance amoroso sonó el teléfono y el rostro se le desfiguró a la mujer porque llamó su esposo para decirle que la estaba observando por Internet. Angustiada señaló al Ingeniero la cámara de seguridad, tomó del closet manto y burka color marrón y se la dio al amante para que se disfrazara <<Vístete y vámonos, que mi marido viene a matarnos>>.
Anrim Salgar llamó al aeropuerto, tomó dinero de la caja fuerte, sus documentos personales e hizo una pequeña maleta, se embutió en su burka color vino, se miró al espejo para ver por el tramado de seda sus pupilas celestes y las cejas tupidas y planchadas. Mientras que al mismo tiempo Omar Fatay, su marido, denunció la fuga del líder del Movimiento Insurrecto Liberal <<Va disfrazado de mujer>> dijo, y como nadie conoce al guerrillero la policía movió la tropa con bastante disimulo.
En el aeropuerto Anrim Sangar siente remordimientos por su esposo pero se le viene a la mente una escena macabra: Ella, doblegada por las autoridades fundamentalistas está enterrada en el pasto hasta el pecho, en un estadio lleno de fanáticos pues fue juzgada y sentenciada a muerte e indefensa recibe las pedradas de sus lapidarios. El altavoz del aeropuerto la saca de sus cavilaciones; por fortuna su burka hace imposible identificarla, lo mismo que a su amante que siente que el mundo se le viene encima y camina con torpeza a causa del burka y vestido marrón. La mujer señala la sala del vuelo a Dubai pues por precaución viajarán separados, a destinos diferentes con la promesa de reunirse una semana después.
Omar Fatay, el marido —desde la zona de restaurantes del mismo aeropuerto— espera que el cuerpo policiaco encuentre el disfraz marrón de Obeth Serajim, quien avanza entre la gente con el rostro desfigurado por el miedo. Su amante le entrega el pase de abordar y un fajo de billetes <<Nos encontraremos en el Gateway Hotel de Dubai>> le dice, el Ingeniero corre, Anrim Salgar va al sanitarios y dentro choca contra una mujer obesa de burka negra, quien se disculpa y con disimulo entrega un sobre a Anrim, que apresurada lee las instrucciones, desecha el sobre en el retrete y guarda en su seno la llave de un casillero de equipaje ubicado en la sala Internacional del Aeropuerto de un país bullanguero, lo demás, piensa, será muy fácil.
Omar Fatay reconoce la burka color vino de su esposa y desea correr e impedir que aborde el avión para evitarle la pena de enfrentarse a una cultura que desconoce, que no entenderá ni aceptará pero que al menos la mantendrá viva, porque retenerla implica llevarla al juicio lapidario y él mismo sería sentenciado no sólo por cornudo, sino por ser el verdadero líder de los insurrectos y le espera la pena de muerte. Omar Fatay ve hacia el extremo de la sala y señala a un guardia de seguridad la burka marrón, el Guardia Civil corre para hacer prisionero al Ingeniero y lo conducen a la Estación de Policía del convulsionado Therán.
En la Estación policial de la Guardia Civil, después de interrogar al supuesto guerrillero descubren la farsa que urdieron los esposos, aprovechando que Obeth Serajim tiene parecido con el auténtico Jefe guerrillero, catean la casa de Omar Fatay y descubren el programa de transformación democrática del revolucionario, pero ya es tarde, porque Fatay abordó un vuelo hacia Japón seguro que su amada esposa estaría a salvo en el país folklórico. Tres meses después los esposos están sentados bajo la sombrilla de una mesa situada a un costado del parque Miguel Hidalgo, porque le aseguraron los asesores del político revolucionario y demócrata, que en Coatepec se toma un excelente café.