Especial

LA IGLESIA DE GUADALUPE

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(Segunda parte)

 

Doña Dolores Contreras, reunió a cuantiosos guadalupanos de Coatepec, y junto con ellos emprendió la conveniente colecta para adquirir el terreno donde se desplantaría el edificio de la iglesia. La esperanza era alimentada con el ofrecimiento particular de aquellos que sentían la necesidad de rendir culto al protector divino que custodiara y alejara todo mal. Lolita, que así le llamaban, no logró ver la realización de su sueño, la muerte le sorprendió, no sin antes haber dejado encomendada su iniciativa a familiares cercanos.

Fue así como don José Isidro Maldonado, vecino de la calle del jazmín, ya en el año de 1840, se puso al frente de la obra dirigiendo la solicitud de los permisos al padre Pablo Berdeguez, párroco de la localidad, y éste, haciendo lo mismo, la turnó al ilustrísimo doctor don Francisco Pablo Vásquez, el señor obispo, y con una eficiente gestión, el 27 de marzo de ese mismo año, el gobernador del estado, don Antonio M. Salonio, expidió las licencias para llevar a cabo la construcción.

La recaudación del capital, la inició el heredero del fallecido don Marcelo Vásquez. Este personaje, tuvo a bien dejar ordenado en su testamento que, en cuanto convinieran en la compra del terreno para el templo, se entregara a la comisión de obra la cantidad de doscientos ochenta pesos oro. Por otra parte, don Marcos Méndez y don José María Pérez, donaron una parte del suelo y a doña Rosa Quiroz, le fue comprada en la cantidad de doscientos pesos la propiedad de la esquina, fusionando así toda la superficie, según consta en la escritura otorgada por el oficio público de Xalapa.

La lista de los benefactores se hizo extensa. Ahí destacó don Cosme Rebolledo con cien pesos; don Manuel Lovillo quedó registrado con sesenta y con otras cantidades menores, la comisión logró ingresar seiscientos pesos, ordenando de inmediato el banderazo de salida.

La benevolencia estuvo presente. El pueblo unido en la misma causa, con anterioridad había logrado conceder faenas los sábados y domingos para acarrear los materiales pétreos de las distintas canteras ubicadas en la región de Xico y de Teocelo. Las largas distancias se recorrían con las mulas cargadas de cal y de arena para la fabricación de la amalgama.

Don Cirilo Portillo (dicen documentos existentes), conocido y confiable alarife, quedó al frente del diseño y de la construcción, y en un razonable tiempo, delineaba la cimentación, dando inicio a las excavaciones correspondientes, en medio de una algarabía pueblerina, donde no faltó el ofrecimiento de viandas, así como el estallido de cuetes que en docenas anunciaron la gran fiesta en honor a la santísima virgen, con la respectiva bendición a todos los albañiles.

El señor cura don Antonio García López, ese día del tres de mayo de 1840, colocó la primera piedra y con la generosidad fulgurosa de la población, durante los siguientes cinco años, los trabajos no fueron interrumpidos.

Amigos, el relato continuará. Un valor que “los de antes” practicaban, con gusto se los comparto: “La generosidad consiste en dar antes de que se nos pida”, y esos mismos “de antes”, sin regateos, construían el Coatepec querido. Vaya, qué muestras.

Versión audio

 

¡Ánimo ingao..!

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz

 

 

 

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