La ignorancia tiene permiso
Pedro Peñaloza
“Solo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder”.
Friedrich Nietzsche.
1. Simulaciones y radicalismos verbales. El PRD «exige» la renuncia de la secretaria Rosario Robles. ¿Y de qué serviría? De nada. El celofán del discurso asoma rasgos notables de ignorancia. ¿Acaso no se sabe que «los secretarios de despacho no pueden ni siquiera mover una hoja sin la autorización del Presidente en turno»? Cambiar a la exmaoísta Robles no resuelve nada, ella solo aplica puntualmente las órdenes que le da su jefe. En realidad, esa tradición de pedir la renuncia de los funcionarios proviene de la ideología lombardo-estalinista, que tiene como tesis principal la idea de que los secretarios son los incapaces y que eventualmente «traicionan» la voluntad del Presidente. Oportunismo e ignorancia exhibe el partido del Sol Azteca.
2. Fuegos de artificio y disparos en la oscuridad. Los economistas neoliberales y neoclásicos «siguen vendiendo cuentas de vidrio». Se difunde la idea y se taladran conciencias enalteciendo convocatorias abstractas y huecas, en dos vertientes: la primera (de claro corte lópezportillista), invoca a la «lucha de todos» para
encarar la crisis económica. Es decir, los grandes problemas por los que atraviesa el país pueden ser solucionados si, «todos ponemos nuestro esfuerzo». Típico desplante de la teoría Weberiana, en donde el Estado representa a la sociedad en su conjunto, y por lo tanto los conflictos de clase se dirimen en una especie de «empate social». Repetido «subterfugio para engañar bobos y reproducir la dominación capitalista».
La segunda vertiente, sostiene que «por el simpe hecho de crecer se puede disminuir la pobreza». Otro distractor que bañado de ignorancia busca hacernos creer que «el Estado es un receptor de dinero público que distribuye equitativamente la captación impositiva, aspecto que poco tiene que ver con la realidad», máxime si partimos de la convicción de que se trata de un Estado de clase y no una figura etérea salida de alguna fábula. El Estado en los tiempos del capitalismo financiero incentiva algunos igualadores sociales que permitan la reproducción del control, pero manteniendo fronteras concretas y específicas en el campo del asistencialismo y del salario. Ayudas y estímulos para mantener en condiciones manejables la venta de la fuerza de trabajo y fomentando «esperanzas ficticias de que mediante la puesta en marcha de jornadas intensivas de trabajo puede haber movilidad social». La realidad ha demostrado exactamente lo contrario, mayor ampliación de la brecha de la desigualdad y expansión de la pobreza. La viejísima «teoría del positivismo económico» que se sintetizaba que «alto crecimiento y productividad provocaría el ‘goteo’ del bienestar para las capas asalariadas». Por supuesto, ambas vertientes se sustentan en anémicos argumentos, pero tienen, admitámoslo, impacto adormecedor en amplios sectores de la población.
3. Gritos y susurros frente al espejo. La expectativa cíclica que se fomenta desde los instrumentos de control y mediatización, consiste en generar esperanzas en los nuevos gobernantes, y ahora, específicamente en la Legislatura entrante de la Cámara de Diputados federal. El núcleo que puede ayudarnos a desentrañar esta falacia puede ser una sencilla pregunta: ¿alguno de los partidos entrantes ha planteado alguna iniciativa que tenga como centro de gravedad «la lucha contra la desigualdad social y la grosera concentración del ingreso»? La respuesta está a la vista, ninguno. Esto es así por una notable y sencilla razón: no están interesados en cambiar de sistema, su objetivo es hacer un capitalismo «justo». No es ocioso poner a debate una vieja pero actual discusión, ¿puede abatirse la desigualdad social sin atacar la concentración del ingreso? Ese es el quid. La ignorancia y el miedo nos frenan.
pedropenaloza@yahoo.com Twitter: @pedro_penaloz