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La Libertad del Diablo

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 (2017, Everardo González)

 

Por: Manuel Duran

 

El cine documental es una herramienta que puede tener enorme poder para mostrar la cruda realidad como en realidad es, si bien la cámara puede funcionar como ventana, la pantalla donde vemos las películas que disfrutamos puede funcionar como espejo.
 
Everardo González logra utilizar de esta manera la herramienta del cine documental con la pieza La Libertad del Diablo; película que se adentra en las consecuencias de la violencia en el país mexicano, específicamente en las consecuencias psicológicas, en cómo el vivir experiencias de violencia afecta nuestra manera de ver el mundo, el país, la familia y a nosotros mismos; además muestra de forma severa como la violencia se adentra en nuestro subconsciente hasta volverse algo común, algo al alcance de todos.
El documental es un conjunto de entrevistas a personas que experimentaron situaciones violentas, ya sea víctimas como victimarios. Al principio puede parecer un concepto aburrido hacer una película llena de clips de gente hablando, sin embargo, el contenido y la fuerza de sus palabras envuelve al espectador y no le deja escuchar otra cosa que no sea el relato ni mirar otra cosa que no sea los sentimientos expresados en la mirada de los entrevistados.
 
Todas las personas entrevistadas usan una máscara color piel que queda ajustada al rostro, esta careta es de extrema similitud a las máscaras utilizadas con las víctimas de quemaduras, cosa que vuelve al rostro de los entrevistados cráneos hablantes, todos iguales, asesinos como víctimas.
En la máscara, aunque de primera instancia se utiliza para ocultar algo, se nota todo; se nota la expresión en el rostro, se nota cuando se humedece por las lágrimas de los entrevistados, se nota cuando algo afecta y cuánto afecta.
 
Al final este documental no tiene el propósito de esclarecer la razón de la violencia, de buscar culpables, de exponer casos de injusticia, de encender una revolución ni de ser un reportaje amarillista.
 
El propósito del documental no queda muy comprensible al final de la cinta, pero no es necesario dejar en claro el propósito cuando se deja un mensaje preciso, como lo hizo Everardo González en su obra. La máscara nos deja en la misma posición, a las víctimas y a los victimarios, así como a los externos a todo esto, es tan fácil terminar de un lado como del otro, es tan fácil llegar a tener un arma a tu sien como empuñarla y, como mencionan hasta el cansancio la mayoría de los entrevistados, “pude haber sido yo”. Pudo haber sido mi familia, mi conocido o incluso yo mismo, Everardo González juega con este paralelismo de una manera excelsa, pude haber estado yo en tú lugar, así como tú en el mío.

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