La lista
Juan A. Morales.
Le había dicho Gracia Donaire, la esposa de Gastón Limantour Dispendio: <<Ándate con cuidado. El Negro es peligroso>> y para que no volvieran a dañarles el automóvil compró al Doctor en Economía, la motoneta que lo convirtió en el blanco de burlas en la facultad de Negocios Internacionales del Liceo Universitario. Cuando Gracia Donaire, pintora de prestigio internacional, salía del “Banco Whirlpool”, vio a Nina Guerra abordar su flamante Mustang amarillo Clásico y pensó “Las alumnas de mi esposo viven mejor que nosotros, y eso que juntamos nuestros salarios”. No queda más remedio que acatar a Benito Juárez y resignarnos a “vivir en la honrosa medianía que proporciona el salario”.
Un año atrás Gastón Limantour Dispendio en el Seminario de Ética del Banco Interamericano de Desarrollo expuso: <<La pobreza se hace patente cuando las familia vende tamales, garnachas, hielo, muñecos, ropa usada, o se corta el cabello y se aplican inyecciones o las casas de empeño reciben herramientas de trabajo que nunca recuperarán los obreros, y es claro lucran con el hambre. En situación, hasta los jóvenes universitarios están expuestos a subyugarse ante el dinero mal habido>>. Otra eminencia argumentó <<El Deterioro del Tejido Social se produce porque el pueblo ya no cree en las instituciones que no resuelven la pobreza, la violencia ni la corrupción>>. Otro docto colega sentenció <<Existe la corrupción y la delincuencia porque existe la impunidad. El estado no castiga, no previene, no disuade, y lejos de abatir la impunidad la fomenta>>. Gastón Limatour Dispendio concluyó: <<La criminalidad no es consecuencia de la falta de oportunidades educativas, sino de la corrupción e impunidad; y citó a Jacobo Zabludovsky “Si la divinidad dispusiera que esta noche terminara el narcotráfico en México, mañana estaríamos muriéndonos de hambre. O casi”. Quizá por eso —pensó— sólo se castiga a los enemigos políticos>>. El Doctor Gastón recordaba todo esto justo cuando llegó al Liceo Universitario.
Estacionó la motoneta en el cajón que corresponde a su automóvil y notó que el Jaguar, que indebidamente deja el Negro en el área de Profesores, no estaba, y respiró tranquilo. Al subir la escalera recordó la humillación que sufrió ayer cuando aseguró que estudiar geopolítica es fundamental para abrir mercado y los lacayos se pitorrearon <<El Negro ya es dueño de casas de empeño>>. El Doctor esperó a que terminara la risotada <<Pues sí; pero alguien debe procurar la exportación>> El Negro enfadado gritó —¡Godines! Pon atención. Esa será tu chamba—. Avergonzado Godines se tragó la orden. El Doctor dio un clic y el reporte de calificaciones llegó al “Ipod” de cada estudiante. Tiberio Pérez Mogollón saltó enojado <<¿Cómo que seis?>>, y con una tremenda indigestión neuronal retó al Doctor: —¡Pagó para que me den buenas calificaciones. Corrija mi nota!—.
Nina Guerra es la líder de las aduladoras a sueldo que siempre esperan la señal de sus negras pupilas para festejar las ocurrencias del Negro, o aclamarlo cuando llaga al Campus; pero hoy no aparece, y agazapada entre sus compañeras que están recargadas en los automóviles de lujo, Nina vio llegar al Doctor Gastón Limantour Dispendio y ordenó a su banda: retirada. ¡Una molestia menos! Pensó el catedrático.
Arribó al pasillo, el alumnado lo vio con morbosa expectativa y escuchó decir a una Buchona —Este güey no sabe con quién se metió—. Entonces recordó que en ese mismo lugar El Negro lo tomó por la solapa y lo zarandeó —Mire, profesorcito, ya no joda con su sermón. Trabaje para mí. Desde hoy le pago—. Con firmeza le retiró la mano <<Gracias. Tengo trabajo>>, y la comparsa, aunque estupefacta, festejó la gracia. Iba a abrir la puerta cuando lo interceptó sonriente Justina, la maestra de “Política Fiscal”, quien le tendió la mano y con la mirada señaló las butacas bacías <<Nos libramos del dolor de cabeza>> dijo, y pasó de largo.
Los alumnos lo interrogaron con la mirada. Notó seis pupitres vacíos y anotó las ausencias. Era común irse de farra a media semana. Repartió un denso texto y formó binas para analizarlo —Sólo lean el segundo párrafo, si ya entendieron el primero—. Abrió un foro para comentarlo y Minerva Hermes, la más aplicada del grupo, aventuró —Sin ellos realmente aprenderemos—. El maestro cerró el portafolio y Minerva continúo —El Negro apareció en la lista de la Revista—. Como Don Eladio Hurtado Escamoteo, el padre de Eladio Hurtado Segundo, siempre aparece en la Revista Forbes, para no agriar el buen sabor de boca que le dejó la clase, especuló —¿Subió en el ranking de los más ricos?—. El grupo se mantuvo expectante y Minerva siguió —Salió en la lista de ‘SwissLeaks’, en la lista del New York Times, en la de la PGR y en la lista negra del Presidente—. El doctor permaneció sereno. —Cayó de la gracia —Y Minerva Hermes señaló una escoba solitaria que asomaba tras la puerta— Empezó la cacería de brujas—.
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