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LA MAGIA DE BUBULÍN

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LA MAGIA DE BUBULÍN

 

Daniel de la Fuente                              

Agencia Reforma

 

Monterrey, NL 25 agosto 2024.- Juan Carlos Abara Halabi quiso dedicarse desde chico a las canciones románticas y, entre sus logros, tejió una historia inolvidable entre un personaje creado por él y quienes hacen medio siglo eran niños: el Duende Bubulín.

 

 Él, sin embargo, comenzó serio, interpretando baladas en programas para aficionados hasta que a los 16 años grabó su primer LP en su natal Chile bajo el título «Juan Carlos».

 

 «Pero no pasó nada», sonríe.

 

 «Luego en el 66 (tres años después) volví a grabar gracias a Scottie Scott, que ganó en el Festival Viña del Mar, con canciones de ella: ‘Lo que no fue’, ‘Llévame contigo’, y una mía.

 

 «Grabé canciones de Nano Concha, de varios chilenos, y me fue muy bien: grabé y gané para ir al Festival de la Canción de San Remo como invitado, no fui a cantar».

 

 De regreso a Chile grabó la canción «El modesto», que acá se llamó «Gordolfo Gelatino» y que hicieron famosa Los Polivoces y Mauricio Garcés, lo que le dio mayor resonancia a su carrera.

 

 Por ese tiempo a este chico nacido en Pucón el 27 de enero de 1947, lugar «perdido entonces en la Cordillera» y hoy un balneario de lujo, lo llamaron de la RCA de Chile para decirle que Rubén Fuentes, director de su homóloga en México, le mandaba preguntar si estaba interesado en viajar a este país.

 

 «¡Era mi sueño desde chiquito!», evoca Juan Carlos. «En el cine veía películas mexicanas y decía: ‘Cuando sea grande voy a ir a México y voy a ser cantante'».

 

 Con toda la ilusión llegó a México en 1970, tenía 23 años y aún era soltero. El crítico Genaro Saúl Reyes recuerda que Juan Carlos empezó a sonar con una canción que hizo época: «Tengo una noche guardada para ti».

 

 «Molestó a muchos moralistas por: ‘Tengo una noche guardada para ti / tengo un pecado que te va a hacer feliz / en tus entrañas yo quiero dibujar / un niño triste como yo / que quiera andar junto a mí'».

 

 Aunque también logró popularidad como autor -Mirla Castellanos grabó «Imagínate conmigo», Olga Guillot la de «Tengo una noche guardada para ti» y, Los Joao, «Quédate», el flujo de dinero no iba nada bien.

 

 «Empezaron a funcionar mis canciones, pero cantaba en bares, en el día tenía un taller mecánico, las cosas no mejoraban».

 

 La situación económica seguía igual cuando se enteró que su esposa esperaba su primer hijo, por lo que a manera de regalo se puso a componer canciones.

 

 Juan Carlos tiene dos hijos: Alejandro Abara Vázquez y Juan Carlos Abara Vázquez.

 

 La primera canción fue «Papo el Zapato».

 

* * *

 Genaro Saúl cuenta: «Después de esta canción (‘Tengo una noche guardada para ti’) le perdimos la pista, pero de pronto aparece en la televisión regiomontana con su inolvidable personaje: Bubulín.

 

 «El éxito fue inmediato. Por esos años su única competencia era Pipo, pero resultaban personajes totalmente diferentes, y tan valioso uno como el otro».

 

 ¿Cómo llegó Juan Carlos a la televisión? Pues después de «Papo el zapato» siguieron las inolvidables «Yeyo el camello», «Tita la perlita», todas de letra extraordinaria y de melodía única.

 

 «Mi influencia musical, siempre lo he dicho, es la música mexicana, el tango, y de letras los poetas españoles, como Lorca; chilenos: Óscar Castro, Gabriela Mistral, Neruda. Los hermanos de papá me hacían leer poemas», cuenta Juan Carlos.

 

 Las invitaciones a grabar las piezas infantiles comenzaron a llegar, pero el reto económico continuaba.

 

 «No era la idea hacer un personaje», evoca, «es más, cuando me escucharon los de la RCA me dijeron -grabo el disco, el primero-: ‘Oye, qué bonito, pero ¿quién la va a cantar?’, y dije: ‘No, pues yo’, y yo me imaginaba que iba a salir en la portada, como Gabilondo Soler ‘CRI CRI’, y me dijeron: ‘Un personaje’.

 

 Pensé: un duendecito. Así surgió lo de Bubulín».

 

 Lo del nombre, se entiende: Juan Carlos lo propuso por la facilidad en la pronunciación infantil: «Bubu». Quiso completar como «Bubutín», pero le sonó rudo. Prefirió el suave «Bubulín».

 

 Edilberto Huesca Perrotin, líder de la industria radiofónica que acaba de fallecer en julio pasado, le contó a la familia propietaria del Canal 12 de Monterrey que había un cantante ique podía servir para un programa piloto.

 

 Ricardo González, Cepillín, había concluido su programa en ese canal y partió a la capital.

 

 «Era junio de 1977 y me recibió el ingeniero Santamaría en el canal», recuerda Juan Carlos. «‘Necesito una escenografía’, le dije. Si queremos hacer algo relacionado con un duende tiene que haber un hongo donde viva, un bosque». Juan Carlos dice que se remitió a las tierras de su infancia, fabulosas, entre volcanes, ríos y bosques, y donde se evoca como alguien feliz «desde que nací». La familia González, dueña del canal, aceptó financiar la producción.

 

 En el primer programa, del cual se pueden ver algunos segundos en numerosos sitios de internet, Juan Carlos salta y baila con una peluca negra, un casco de astronauta, unos audífonos, unas gafas, unas mallas, una camisola y unas babuchas, todo a partir de su idea de lo que debía ser un duende que, además, remitiera a los temas de moda: astronautas y telecomunicaciones.

 

 «Fue un éxito desde antes de comenzar, porque ya había patrocinadores, como Totito, por eso llegué convencido y, bueno, la recibida fue increíble: tenían que abrir las puertas del estudio y poner un televisor en la calle porque la gente no cabía, se arremolinaba afuera, había puestos de tacos, carnitas, todo un tianguis a la hora del programa».

 

 Juan Carlos expresa: «Fue muy emocionante, quiero mucho a Monterrey».

 

 La Ciudad, siempre ávida de personajes infantiles, recibió con los brazos abiertos a Bubulín y sus canciones, que para entonces ya eran un éxito de ventas.

 

 No se puede entender la historia de la cultura popular en México sin personajes como él.

 

 Lo mismo en Monterrey, que tiene una devoción particular por los payasos y los animadores infantiles: «El Duende Bubulín deleitaba mediante sus canciones, en las que encerraba un sentido didáctico», comenta Genaro.

 

 «En la televisión regiomontana esa línea didáctica a través de las canciones sólo tenía un antecedente que es el payaso Tin Tin, interpretado por Paquín Contreras en el programa ‘Jardín de maravillas’ del canal 6 de TIM (Televisión Independiente de México) entre 1965 y 1967.

 

 «La ‘magia’ de El Duende Bubulín radicó en su sencillez, el lenguaje claro y cotidiano con el que se dirigía a los niños y, sobre todo, por sus canciones en las que siempre se encontraba un mensaje aleccionador, pero sin remarcar esa ‘lección'».

 

 Fue en esa época donde Juan Carlos compuso otro de sus éxitos: «Polito, Polito», una de sus más entrañables, dedicada al hijo del memorioso del rock Polo Álvarez, fallecido en el 2022. El niño murió a los 8 años por un problema cardiaco de nacimiento y Juan Carlos, para explicar a sus hijos el fallecimiento del pequeñito echó mano de la dulce historia de un gorrioncito que debe partir: «Ya se fue Polito, me dejó solito, / pero no estoy triste… fue mejor así. / Él quería ser libre… lo dejé partir».

 

 «El mejor ejemplo de cómo Bubulín llevaba a los niños del sólo oír al plano superior de escuchar es la canción ‘Polito, Polito’, sin duda una de sus más bellas canciones», dice Genaro.

 

* * *

«Han pasado casi 50 años», afirma Juan Carlos al hablar de su personaje infantil. «Hay cosas que me han tocado el alma».

 

 Juan Carlos, risueño, bromista, agradece cada mensaje de agradecimiento por redes, ese «Usted me hizo la infancia feliz», «Tengo sus discos», «Forma parte de mi vida y ahora de mis hijos».

 

 Explica: «Cuando digo cómo fue, bueno, fue que Monterrey me mató el hambre, pude alimentar a mis hijos, a la familia, salir adelante y dije: ‘Mira, tenía algo yo escondido que ni sabía y que le ha gustado a esta gente, que le ha llegado a tanta gente’.

 

 «La verdad fue emocionante y lo sigue siendo. La gente todavía me escribe, todavía me entrevistan.

 

 Después de tres años en Monterrey regreso a la Ciudad de México, estuve dos años en la televisora estatal, en ese tiempo era Imevisión, ahora es Canal 13, ahí ya me vio un poco más de gente, claro, era a nivel nacional, que no a nivel masivo como Televisa, pero me fue bastante bien, ya me veían en lugares de la República».

 

 Su fama se catapultó, pero duró apenas dos años. Es decir, en cinco años, tres en Monterrey y dos en la capital del País, Juan Carlos logró con Bubulín lo que a otros les costó décadas: formar parte de la historia sentimental de generaciones que lo mismo le han dicho: «Soy de Baja California y estudié bióloga marino por ‘Tita la perlita'», «Yo era muy pobre y, mientras hacía mi tarea veía tu programa y luego tenía que hacer mandados para ganar dinero, el calor me cansaba, pero tu canción me decía: ‘No seas flojo, flojo, flojo, todos debemos estudiar’, y ahora soy contador’.

 

 Una de las mejores fue la de aquel que, tras un accidente, debió hacer terapia para recuperar la movilidad de sus piernas y, mientras se ejercitaba, escuchaba su canción «Caminar, caminar, caminar».

 

 Y caminó.

 

 Pronto esos mensajes en sus canciones y programas, en los que incorporó una serie de personajes como Don Inventonio, el que inventaba calcetines para las patas de las sillas y que descubrió que la Silla no era cerro, sino «cerra», porque tenía faldas, le dieron celebridad y cariño. La UNESCO reconoció su programa como el mejor infantil de Latinoamérica.

 

 La vida, sin embargo, dio un giro, terminó el programa en 1981 y Juan Carlos, el mayor de los cuatro hijos de Juan Abara Kessie y Flor María Halabi Riadise (ella aún vive, de 99 años), de sangre libanesa y árabe, se dedicó a crear programas exitosos como «Juguemos a Cantar» y «Valores Juveniles», ocupar cargos en disqueras sin dejar de componer para otros artistas y hasta las canciones para el Mundial México 86, cuya frase «El mundo unido por un balón» fue icónica.

 

 La lista de artistas que cantan sus canciones o a los que les ha producido es larguísima.

 

 «¿Qué te puedo decir?», dice este hombre, quien se quedó a vivir en el País. «Dicen que ‘Elogio en boca propia es vituperio’, algo así, pero sí, he hecho muchas cosas y, después puse un estudio de grabación que se llama Fábrica de Éxitos».

 

 Sabedor del cariño de generaciones, Juan Carlos es consciente también de que sus canciones, su mística, pueden seguir trascendiendo en el tiempo.

 

 «Creo que si Bubulín hubiese tenido otro tipo de promoción a nivel nacional hubiera tenido mucho más, pero tengo la esperanza de que más adelante, tal vez no lo vea, se va a retomar lo de Bubulín.

 

 «He subido cosas a internet y pienso que ahí van a estar y la gente poco a poco se va a ir dando cuenta de lo que eran, de lo que son las canciones de Bubulín».