La Moneda del Centenario en México
La otra versión:
René Sánchez García
Se tiene la creencia que las primeras monedas de oro llamadas Centenarios fueron acuñadas en el gobierno del general Porfirio Díaz para conmemorar el centésimo aniversario de la Independencia de México, asunto que es verdaderamente falso. Se dice que en el año de 1931 su producción se detuvo, pero en 1943 y debido a la alta demanda de oro nacional, se reclamó su reaparición, colocándola como una de las monedas más confiables para la inversión -además de hermosas para los coleccionistas- del sistema monetario mundial.
Fue en 1921 bajo el gobierno del general Álvaro Obregón, que se emitieron por primera vez los centenarios: 180 mil monedas conmemorativas portando un diseño original del grabador Emilio del Moral. El anverso de la moneda muestra el escudo nacional empleado de 1824 a 1835: el águila mira hacia la derecha y sobre ella se encuentra la leyenda “Estados Unidos Mexicanos.
En el anverso aparece la Victoria Alada, evocando al monumento a la Independencia; en los costados laterales aparecen las leyendas “50 pesos” y “37.5 Gr. Oro Puro”, determinando su valor; en la parte inferior se alzan los volcanes Iztaccihuath y Popocatépetl; en el borde reposa la leyenda “1821” y después el año de acuñación.
El precio del centenario se basa en su peso en oro, en su pureza y en los precios internacionales del metal; su pureza tiene un valor de 0.900 –el resto es de cobre-. Así que, la próxima vez que usted quiera adquirir un centenario, no sólo piense en su valor económico –que si es una lanita-, sino también que un fragmento de la historia va forjado en él.
Las características de esta moneda son: Medida: 37 milímetros; Pureza: 0.900, el equivalente a 21.6 kilates; Su peso en gramos es de 41.667; y su precio actual es de $ 30, 927.00. Una de las historias más conocidas en México acerca de esta moneda, se remonta durante los años del gobierno de José López Portillo. Se dice que el general Arturo Durazo Moreno, conocido como el “Negro Durazo” (Jefe de policía y tránsito en la ciudad de México) obligaba a cada uno de sus policías de la ciudad de México, a que en su cumpleaños o en la navidad, le obsequiaran como regalo cuando menos una de estas “insignificantes” monedas de oro.
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