El Valor de Nuestra Gente

La necesidad de la caridad

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Linda Rubi Martínez Díaz

 

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. A lo largo de la historia de la humanidad, muchos de los movimientos que han procurado una mejora a la humanidad han sido aquellos quienes enseñan la necesidad de ciertas virtudes, las cuales todos compartimos por el sólo hecho de pertenecer a la misma especie. Una de estas virtudes es comúnmente practicada desde antaño, pero que parece está perdiendo su fuerza ante la crisis de valores que azota a nuestra época. Me refiero a la virtud de dar sin esperar nada a cambio, conocida también como caridad.

La caridad en un acto de amor, sobre todo cuando hay la intensión de ejercerlo a los demás. Este conjunto de acciones no sólo está encaminado hacia las personas sino que llevan en sí el amor a Dios, porque es un amor gratuito que no busca compensaciones de algún tipo. Es de hecho una muestra de la semejanza que tenemos con lo divino. El acto de entrega, como sabemos, fue realizado en la crucifixión como una donación para la salvación de nuestros pecados, una donación que no era bidireccional sino en su estado de amor más puro. Por ello, la caridad es una virtud enfocada en el dar sin esperar algo a cambio. Si nos damos cuenta, el quehacer político no está peleado con la caridad, sobre todo cuando se invoca la necesidad de la vocación y el amor por su trabajo de quien tiene el destino de una comunidad en sus manos.

A lo largo de nuestra vida, tenemos muchas metas, pero en el fondo, deben permanecer aquellas que involucran lo mejor de cada uno y de acuerdo a nuestras capacidades. Como imagen de dios que somos, es necesario desprendernos de un poco que a otros les falta, y con esto no me refiero a ofrecer una serie de alimentos o limosnas, sino aprender a escuchar, hacer que alguien se sienta acompañado, conocer sus necesidades y atenderlas. Es decir, la caridad no es sólo dar en el orden de las cosas sino principalmente en el orden espiritual e intelectual, intentando sobre todo comprender sin juzgar. Lo fundamental no es dar, sino dar-se.

Creo que debemos remontarnos a traer lo que hemos perdido. No necesitamos nada nuevo, sino recordar lo que nos enseñaron nuestros padres, revalorizar el sentido de la grandeza humana, y hacer partícipes a los demás ante un nuevo movimiento, inspirado en la caridad. Podemos enfocarnos en los círculos políticos donde parece que urge más esta virtud, la cual se ha dejado de lado cuando antes era su centro rector. Sin embargo, recuérdese que es necesario empezar por nuestra casa. Sin esperar que otros empiecen primero, ni que la política vigente lo resuelva todo, es urgente empezar por nosotros mismos, algo que nos refleje en la historia del universo. Es comenzar una nueva forma de hacer política inspirada en la caridad como virtud. Y qué mejor forma que ayudando a quien más lo necesita.

Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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