Especial

LA NIEVE Y EL NEVERO

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Crudo verano en Coatepec; por los insoportables calores, los transeúntes desprecian el lado soleado de la calle y circulan por la sombra de los amplios aleros. Sergio Domínguez Gassos al amanecer arranca con sus labores. En la puerta de su casa espera al que a diario le suministra las barras de hielo, para elaborar sus apetitosas nieves. La cubeta y pala de duela de madera están listas; los botes de acero inoxidable, higienizados bajo la norma que exige la Secretaría de Salud, los llena con preparados de frutas e ingredientes que, están al punto.

La receta la sabe de memoria, las porciones las mide al ojo. Hoy prepara un bote de amantecado, otro de limón y un tercero de mamey. En medio del hielo y abundante sal de grano, rota el recipiente con vigor y en un tris obtiene la congelación del batido. Sabe que su nieve y sus helados gustan, pero lo que más disfruta es la satisfacción del cliente. Invierte dos horas para terminar el sorbete. Se apercibe para el regaderazo y degusta el suculento desayuno que su señora le tiene en la mesa. Cargado el carromato, sale de su casa, allá en la Zapata; se apropia de la calle Primo Verdad y cubre la ruta hasta llegar a la escuela México que, para esa hora ya es el recreo. Enciende el extenso parasol, y atiende a los primeros parroquianos deseosos de distraer la sed con un barquillo. Devoto, agradece al creador por permitirle estar sano y fructificar la oportunidad de ganarse el pan del día.

Sergio está orgulloso del oficio que aprendió hace 23 años al emparentar con su difunto suegro don Ruperto Hernández Hernández, el de San Miguel Aguazuelos, Naolinco, apodado El Calhidra. Con él aprendió que el helado lleva leche, crema, yemas de huevo y frutas y se bate a mayor velocidad de lo normal para que salga engrosado. La nieve es a base de agua, jugo, zumo o fruta picada. Seguro de su función, su producto lo promueve con apasionamiento y gracia; trasmite el antojo y la venta es infalible.

De acuerdo a su calendario laboral, Sergio espera la temporada de cosecha de este año, para dejar de hacer la nieve y dedicarse a su verdadero oficio, el de técnico en maquinaria de café, herencia de su padre don Marcos Domínguez Fuentes, originario de Xico, Veracruz y conocido como El Barril. Platica de don Adán Montes en cuyo taller aprendió a fundir y a picar los discos de las despulpadoras y a dar mantenimiento. Cavila la gira por los beneficios cafetaleros de la región y en la reincorporación a la nieve hasta el año qu’entra. Si Dios lo permite, expresa.

En medio de la despachada, el tiempo avanza. Consulta el reloj. La venta es copiosa. Conversa de su hija María del Rosario de la cual está muy orgulloso. Es ingeniera industrial y trabaja en una compañía del Puerto de Veracruz. Su hijo Sergio Antonio le ayuda en sus actividades. Nuevamente ofrece gracias a Dios por su familia, y por el privilegio de tener cuatro nietas.

Las tres de la tarde, revisa el tanto de nieve que le queda y levanta el puesto. Emprende, como el jibarito, “loco de contento”, por la calle de Campillo; dobla en 5 de mayo hasta llegar a Terán. Ubicado en la calle Constitución, enfila para el rumbo del panteón. Arriba a su hogar con los botes vacíos y el monedero lleno. En su rutina, prepara todo para el día siguiente. Hoy la jornada, ha terminado.

Amigos, dicen que: “Quien oficio tiene, su casa mantiene”. El güero Gassos es de esos.

¡Ánimo ingao..!

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz

 

 

 

 

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