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LA NOCHE TRISTE

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En la clase de Historia de México, mi inolvidable maestra Ana María García Zenil, platicó la leyenda de LA NOCHE TRISTE. Apasionada departía, (y les comparto lo que entendí), que Cortés, sus soldados, y sus prosélitos tlaxcaltecas (acérrimos enemigos de Moctezuma), al fincarse en la gran Tenochtitlan, se la pasaban bien cachondo acompañados de las hijas de los nobles tenochtitlas y de una que otra mexica de sociedad.

En la oscuridad gris de la aurora, poco antes de que el cenzontle saliera a cantar, Cortés recibió de la costa un telegrama vía tameme que a la letra decía: Cempoal-totonaca. – mayo de 1520.- Capitán Hernando Cortés Pizarro y Altamirano. – presente: “Narváez arribó a Ulúa. Lo acusa de traición y desacato al rey. Trae instrucción de arrestarlo. Urge presencia para sofocar fuego”. Sin perder tiempo, Hernán jaló trabuco y florete, y brida en mano de un brinco cayó al lomo del Cordobés, enfilando a Veracruz para darle calidez al enemigo. Hubo de dejar la plaza azteca al cuidado de alguien formal y confiable, siendo Pedro de Alvarado el requisado; la voz que sale de la boca de Cortés, dijo: “a la plaza, el mejor mozo de la casa”. Al vacío del jefe, el poder embargó a Don Pedro y fue tal el exceso de los cigarros sin marca que se fumó, que en la fiesta sagrada del Toxcatl, ejecutó entre otros a 43 alumnos del calmecac. A este hecho los historiadores le llamaron LA MATANZA DEL TEMPLO MAYOR (remataba la maestra).

Cortés (victorioso y con aliados que, al cambiarse de partido abandonaron a don Pánfilo), a su regreso se percató que la enardecida muchedumbre tenía preso al insurrecto Alvarado y ni agua le daba. Como buen conciliador y, sobre todo, conocedor de la política de la cúpula, el conquistador quiso lavar las culpas de sus secuaces y paseándose del brazo del Tlatoani, pretendió calmar a la turba. En respuesta, el tlatoani Moctezuma, fue víctima de un “chico piedrazo” en la cabeza, dejándole chipote con sangre, y muriendo en consecuencia al tercer día. Quedó escrito: “tanto abuso de poder de estos perniciosos, que se soltó el tigre” (continuó la arenga de Ana María).

Bajo tremendo aguacero, el miércoles 30 de junio de 1520, el ejército conquistador de Don Hernando, recibió una santa zarandeada y éste no tuvo más remedio que salir en chinga por la puerta trasera atravesando el puente de madera (hoy conocido como Puente de Alvarado) para irse a “lamer las coyundas” bajo un gran ahuehuete localizado en un lugar denominado Popotla. Esta historia, se le conoce como LA NOCHE TRISTE (concluyó doña Ana María).

Alguien preguntó y afirmó: —¿Maestra, porqué la noche triste?, si le dieron en la madre a los de la mafia del poder. Y la respuesta fue: —Bueno, para los de Tenochtitlán fue “Noche Feliz”, solo que no festejaron, porque no había cacao y menos, para derrochar con los guerreros.

Amigos, dicen que “Corazón cobarde, no conquista ni mujeres ni ciudades”; por lo pronto, mañana ir a la urna, es una obligación; el seguir haciendo historia, también lo es; conquistar una “noche feliz”, está muy cerca.  Una “noche triste”, ningún mexicano la merece.

¡Ánimo ingao…!

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz.

jcondiaz@yahoo.com.mx

 

 

Escuche usted la lectura inconfundible del «Jarochito»:

 

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